DIALOGOS › ¿POR QUé MACARENA GELMAN?

Una vida por la verdad

 Por Mercedes López San Miguel

Cuando Macarena Gelman supo que era hija de desaparecidos y que su abuelo poeta la buscaba por medio de una campaña internacional sintió que una avalancha de nieve se iba llevando lo que encontraba. Así lo describió desde Montevideo, en ocasión de las elecciones de Uruguay de 2009, pocas horas antes del triunfo de José Mujica. En ese momento hacía campaña con tenacidad para que una mayoría se pronunciase en el plebiscito –que coincidía con la elección presidencial– a favor de anular la Ley de Caducidad o Amnistía, sancionada en 1986, que impedía que fueran juzgados militares y policías acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985). Los votos no alcanzaron. Macarena seguiría luchando con una convicción que parece llevar en su ADN: al año siguiente fundaría la agrupación IR, dentro de la coalición de centroizquierda Frente Amplio, que se caracteriza por contar con miembros jóvenes y tener una agenda que pone el énfasis en los derechos humanos.

Hoy esta joven de hablar pausado, vestir sencillo y sin una gota de maquillaje se postula a candidata a diputada por IR, cuyo slogan es “Una izquierda con un nuevo sentido” y apoya la precandidatura presidencial en el Frente Amplio de otra mujer, Constanza Moreira, quien compite en las primarias del 1º de junio con el ex presidente Tabaré Vázquez (2005-2010). El trajín de cumplir con sus actividades entre Montevideo y Buenos Aires –aquí trabaja en la Secretaría de Derechos Humanos– mantiene ocupada a Macarena, que lo agradece en un momento difícil de una vida con sobresaltos. El 14 de enero falleció Juan Gelman, el abuelo con el que se reencontró en el año 2000. Tiene la mirada triste del poeta.

Cuando tenía 23 años, Macarena se enteró por su madre no biológica que era adoptada. Su padre, que había sido policía, ya había muerto. Le dijo que la dejaron en un canasto en la puerta de la casa. A Macarena nunca se le había pasado por la mente que podía serlo. Según cuenta, tuvo una infancia linda y normal. “Lo único distinto era que mis papás eran un poco mayores.” Macarena se parece mucho a la chica de cara redonda y mirada serena de la foto en blanco y negro que conserva de María Claudia García Iruretagoyena. María Claudia tenía 19 años y estaba embarazada de ella cuando fue secuestrada el 24 de agosto de 1976 en Buenos Aires, junto a su esposo Marcelo Gelman, de 20 años. Ambos fueron trasladados al centro clandestino de detención Automotores Orletti.

Orletti fue una sede del Plan Cóndor, la coordinación del aparato represivo de las dictaduras del Cono Sur. A Marcelo Gelman lo asesinaron y su cuerpo fue recuperado en 1989 gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. María Claudia, con seis meses de embarazo, fue llevada a Uruguay en un vuelo clandestino por José Nino Gavazzo, según arrojaron las investigaciones periodísticas que permitieron la apertura de la causa. En el ’76, Gavazzo era el segundo jefe del Departamento III del Servicio de Información y Defensa (SID) con sede en la calle Bulevar Artigas, Montevideo. De acuerdo con la investigación que realizó Gabriel Mazzarovich para el diario La República, junto al trabajo que hicieron Juan Gelman y su mujer, Mara, María Claudia fue vista en la sede del SID por soldados que hacían guardia y por datos indirectos de otros presos, como Sara Méndez. Mazzarovich contó a Página/12 que María Claudia fue sacada del centro clandestino para dar a luz en noviembre de 1976. “Las versiones, tanto de detenidos en el SID como de las fuentes militares, señalaron lo mismo: la orden fue llevar a la joven al Hospital Militar”. Después, madre e hija fueron trasladadas de nuevo al SID y allí estuvieron al menos hasta el 22 y 23 de diciembre de 1976. Mazzarovich dijo que en esa fecha la nuera del poeta fue retirada por el entonces mayor Ricardo Arab y el coronel Rodríguez Buratti, quienes le comentaron al soldado de guardia: “A veces hay que hacer cosas jodidas”. Y ese fue el último momento en que se la vio con vida a María Claudia.

La Ley de Caducidad fue, por mucho tiempo, el gran obstáculo para dar pasos por la verdad y la justicia en el vecino país. A partir de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del 24 de febrero de 2011, que responsabilizó al Estado uruguayo por el crimen de la nuera del escritor, se abrió un nuevo capítulo en la historia de Macarena y de Uruguay. Cumpliendo con esa sentencia, el 21 de marzo de 2012 el Estado asumió en un acto público su responsabilidad en el caso Gelman. Mientras José Mujica decía en la Asamblea General del Parlamento que “el Estado uruguayo reconoce la responsabilidad institucional por la desaparición forzada de María Claudia García Iruretagoyena de Gelman en 1976”, Macarena y Juan se tomaban de la mano sentados en un palco.

Tras el fallo de la CIDH, el Congreso uruguayo, con mayoría del gobernante Frente Amplio, aprobó una ley que deja sin efecto la caducidad, porque restablece la capacidad punitiva del Estado y califica a los delitos de la dictadura de crímenes imprescriptibles. Recién en octubre de ese año –2011– fueron procesados los militares retirados José Nino Gavazzo, Ricardo Arab, Valentín Vázquez, Jorge Silveira y Ricardo Medina como coautores penalmente responsables del homicidio de García Iruretagoyena. Sin embargo, en febrero de 2013 la Corte Suprema declaró inconstitucional la ley que intentaba superar la Ley de Caducidad. Entre marchas y contramarchas judiciales, la joven candidata Macarena Gelman continúa buscando los restos de su madre.

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