DISCOS › “BARE”, EL NUEVO DISCO SOLISTA DE ANNIE LENNOX

La catarsis de las canciones

A ocho años de su último álbum, la cantante de Eurythmics vuelve con una obra emotiva y reflexiva, lo que no se traduce como “triste”.

 Por Eduardo Fabregat

“Estas son canciones sobre emociones negativas. Tengo que admitirlo. Este disco pertenece más al estante de Autoayuda de una librería que a una disquería.” No es un concepto que dispare buenas expectativas, pero hay que decir que no es lo mismo Paulo Coelho que Annie Lennox. Y que Bare no es un producto industrial adocenado y listo para ser consumido por millones, sino un disco al que le cabe la misma palabra de síntesis que a Diva y Medusa: belleza. A ocho años de su anterior esfuerzo en solitario, a cuatro del reflexivo y efímero regreso de Eurythmics con Peace, la andrógina cantante, dueña de una de las mejores voces del pop, regresa con un puñado de canciones emocionantes y confesionales.
Asomarse a ese mundo, a letras que hablan de desgarros del corazón y pérdidas irreparables, no significa sin embargo exponerse a una sobrecarga de depresión. De hecho, Lennox nunca puso demasiada distancia de su lírica: no es la primera vez que esta mujer de 48 años (nació en 1954, nada menos que un 25 de diciembre) hace catarsis a través del arte, y el hecho es inseparable de su historial. Es que la vida de Annie incluye tres matrimonios mal terminados, tragedias –un hijo que se le murió al nacer–, una persistente dolencia en la espalda y una siempre tormentosa relación con Dave Stewart, su coequiper en Eurythmics y –durante algún tiempo– en la vida. “No soy una artista en sus veinte añitos”, explica ella sobre Bare. “Soy una mujer madura afrontando expectativas de vida frustradas y asuntos profundos. Cuando necesito entender una situación, o articular mis sentimientos, mi instinto es escribir. Estas canciones son intensamente personales, pero son también metafóricas, aplicables a diferentes situaciones. Sospecho que una generación entera va a identificarse con lo que digo aquí.”
La madurez, el dolor de la pérdida, la soledad, la culpa, la amargura, pero también la redención, el deseo, la esperanza, se van acumulando así a lo largo de los once tracks de Desnuda. Desde la apertura con los perfectos tres minutos de “A thousand beautiful things”, Lennox se entrega a un recorrido que encuentra sus estaciones más melancólicas en tres pasajes: “Honestly” la encuentra en hermoso contrapunto con su propia voz; la bellísima “The saddest song I’ve got” (Mi canción más triste) hace honor a su nombre, puro clima, voces sobre sintetizadores y la más clara referencia a la ruptura matrimonial de la cantante; “Oh god (prayer)” cierra el disco con un tono intimista, que produce la rara sensación de tener a Lennox susurrando sus palabras ahí nomás, cerca del equipo.
Pero Bare, a pesar de su temática, exhibe tendencias que han hecho de Lennox quien es. Y así, “Bitter pill” tiene esa refinada energía que distinguió a Eurythmics por sobre el malón pop de los ‘80. Lo mismo sucede con “Erased”, que habla nada menos que de la muerte y la súbita desaparición de aquello que hasta ayer parecía firme. Canciones como “Twisted”, “Wonderful” y “Pavement cracks” destilan un tono esperanzado y luminoso que parece desmentir tanta declaración teñida de tristeza. Al respecto, vale una reflexión de Lennox sobre esta última canción: “En mis tiempos más oscuros, caminaba con la cabeza baja, la vista clavada en las rajaduras del pavimento. Pero entonces advertí el pasto que crecía y empujaba en esas rajaduras, y entendí que no todo es desesperación. El cambio llega, aun cuando parece menos probable”.
Afortunadamente, Lennox no ha cambiado en lo esencial: sus discos, raras perlas desperdigadas en el tiempo, siguen siendo obras que se paladean con placer. Más allá del doloroso subtexto, alcanza con un solo dato: escuchar con atención, sumergirse en el enorme caudal y color de su voz, ya es de por sí una experiencia que masajea el oído y el alma. Si esto es la autoayuda, pues larga vida a la autoayuda.

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Lennox posee un historial dramático, y se anima a cantarlo.
 
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