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8 Cuentos de un pueblo escondido
Quique Sinesi.
Acqua, 2005
Como parte de Alfombra Mágica y del grupo de Dino Saluzzi, Sinesi emergió en los ’70 como una de las figuras más notables de la música argentina de tradición popular. Radicado en Europa, donde tocó, entre otros, con Charlie Mariano, grabó el CD en Alemania. Además de guitarra, aquí toca charango, logrando una cualidad de fraseo infrecuente en este instrumento. Evocaciones de elementos del folklore argentino, sumados a desarrollos interesantes y una muy buena técnica, logran una música personal y seductora. D. F.


8 Minimum-Maximum
Kraftwerk
EMI, 2005
Los artistas de música electrónica deberían tener un mandamiento: “No usarás el nombre de Kraftwerk en vano”. Es que todo el mundo cita al cuarteto alemán como influencia, incluso los que no pueden ni inflarle las gomas de las bicicletas a Ralf Hutter y Florian Schneider. Este disco doble grabado en vivo alcanza para explicar por qué Kraftwerk es a la electrónica lo que Los Beatles al rock. Ahí están Radioactivity, Trans Europe Express, Autobahn y The Model: sensibles canciones mecánicas para emocionar hasta a los androides. R. C.


9 Que falta você me faz
Maria Bethânia
Random Records, 2005
La música brasileña tiene su podio de próceres en el que Vinicius de Moraes figura entre los padres fundadores. Bethânia, aquella adolescente que en los ’60 se acercó a él como padrino, le devuelve ahora un disco homenaje en el que versiona el repertorio sellado junto a Jobim, pero también Baden Powell y Carlos Lyra. Su voz lo vuelve lánguido, crudo o apasionado, según el caso. “Todo en ella es combustión”, dijo Vinicius sobre su ahijada. Algo así se escucha cuando hace resonar los versos más famosos de A felicidade, síntesis perfecta de la idea de alegría brasilera. K. M.


7 Let it die
Feist
Universal, 2005
La presentación es necesaria: Feist es Leslie Feist, una canadiense de 30 años que vive con la diosa electroclash Peaches y alguna vez giró con un grupo llamado Placebo como telonera de Ramones, hasta que perdió la voz. Una terapia especial se la devolvió, y hay que agradecerlo: en este disquito que apareció en Argentina sin mayor ruido hay grandes momentos como Mushaboom, la tristísima Let it die, When I was a young girl y la minimalista Leisure Suite. Con poco –guitarrita, un piano, algo de cuerdas y percusión, no mucho más–, Feist consigue bastante. E. F.

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