ECONOMíA › TOMADA DESCARTO UNA CRISIS COMO LA DE HACE SIETE AÑOS

“Muy lejos de lo que fue 2001”

El diagnóstico oficial es que el empleo está en una situación muy distinta a la del final de la convertibilidad. El ministro de Trabajo justificó la rebaja de aportes patronales y discrepó con la asignación por hijo de la provincia de Buenos Aires.

 Por David Cufré
y Daniel Miguez

–¿Esta crisis es comparable a la de 2001 en materia de empleo?

–No me parece que sea igual ni en las causas ni en las consecuencias ni en la forma de encararla. De ninguna manera el empleo terminará como en 2001. En ese momento veníamos de una crisis laboral que llevaba ocho años. Las respuestas al Tequila, al efecto Vodka y demás crisis fueron absolutamente diferentes a las nuestras. Apelaron siempre a más flexibilidad y más precariedad de las relaciones laborales. Nosotros ponemos el trabajo en primer lugar, porque consideramos que es generador de crecimiento. Y aspiramos a mejorar la calidad del empleo con el blanqueo de puestos.

–Hay una respuesta que es similar a la de los ’90, que es la rebaja de aportes patronales.

–También está planteada desde un lugar distinto. Es más un subsidio al trabajador que otra cosa. Es un subsidio al empleo. En términos de señales, de expectativas, es una respuesta a una demanda que el sector empleador venía haciendo desde hacía mucho tiempo. Los empleadores ahora tienen cero excusa frente a lo que siempre pedían, que es un ambiente favorable para la generación de puestos de trabajo. Les decimos anímense, vayan, creen empleo. ¿Querían condiciones? Ahí las tienen, las que ustedes pidieron.

–Usted siempre se opuso a la reducción de cargas a la seguridad social.

–Sí. También creo que ser heterodoxo no es generar una nueva ortodoxia, ni un nuevo pensamiento único. Ser heterodoxo es también dar respuestas diferentes a situaciones diferentes. Frente a una situación atípica, respuestas atípicas. No niego que esta medida no forma parte en sentido lato de nuestras consignas, pero me parece que puede ser también una respuesta que en el ideario empresarial genere un ánimo proempleo.

–La experiencia demostró que este tipo de medidas ofertistas no dieron resultado para generar empleo, ¿por qué ahora debería ser distinto?

–Porque nosotros no tomamos solamente medidas ofertistas. Estas medidas están inscriptas en un conjunto de acciones de estímulo de la demanda. Esta ley no se manda desenganchada de un pensamiento general. Que las vayamos anunciando gradualmente al calor de cómo van evolucionando distintos indicadores o circunstancias de contexto que hay que considerar no quiere decir que no haya una mirada general. La ley de AFJP, el Procedimiento de Crisis, el Programa de Recuperación Productiva para subsidiar el trabajo forman parte de medidas proactividad. Hay que mirar todo esto como un conjunto de políticas proempleo.

–¿Se puede complementar con una inyección al consumo de manera directa, con un doble aguinaldo o un aumento de jubilaciones?

–Esas medidas hoy no están en consideración, pero forman parte de cualquier política heterodoxa que se vaya resolviendo.

–¿Y una suba de las asignaciones familiares?

–Hicimos algo hace poco. Lo que sí, vamos a garantizar que los trabajadores suspendidos las sigan cobrando.

–¿Qué opina de la asignación por hijo que implementó la provincia de Buenos Aires? ¿Puede haber algo parecido a nivel nacional?

–Es una medida que lanzó la provincia en algunos municipios. Lo vemos bien, pero hoy por hoy no forma parte de las decisiones del Gobierno. Seguimos apostando al trabajo.

–¿Es cuestión de plazos, de momentos o de enfoques?

–Dentro de nuestra heterodoxia, no hay límites ni temas a los cuales les digamos que no dogmáticamente. Pero hoy creemos que esa asignación universal no es la mejor respuesta, porque pensamos que podemos mantener y ampliar la activación del empleo. Cuando se habla de asignaciones universales, sin descartarlas, me parece que se hace un análisis un poquito ideológico, en el sentido de considerarlas buenas porque son buenas. Quién puede estar en contra de eso. Ahora, también entraña una actitud de resignación. Es plantear el fin del trabajo. Implica asumir la idea de que no va a haber trabajo para todos los argentinos. Nosotros todavía creemos en el pleno empleo. No descartamos respuestas sociales o asistenciales. De hecho, tenemos una serie de políticas y algunas de ellas universales que se manejan desde el Ministerio de Desarrollo Social. Pero nuestra apuesta es más productivista, a una relación entre el capital y el trabajo que sea mucho más dinámica y más generadora de los espacios del empleo. Es cuestión de analizar las posibilidades. El Gobierno no descarta ninguna alternativa. Tenemos el seguro de capacitación y empleo, con más de 100.000 inscriptos que cobran un seguro de 225 pesos más viáticos por mes durante dos años, para incorporarlos al mercado laboral.

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