ECONOMíA › ANGUSTIAS DE LOS TITULARES DE FONDOS ATRAPADOS

Devaluaron hasta la esperanza

 Por Cledis Candelaresi

Entre otras grandes incógnitas a despejar a partir de hoy, hay dos que desvelan a los atrapados ahorristas tanto como a los propios autores del corralón. Una: ¿cuánto se depreciarán los futuros certificados de plazo fijo o, en otros términos, a cuánto se reducirá el depósito en dólares que los bancos deberían devolver desde una lejanísima fecha de 2003 para quienes quieran concretar con ellos alguna transacción? La fundamental: ¿cómo se moverá la economía con la mayor parte de los depósitos más indisponibles que con la versión original del corralito? Estas angustias llegaron ayer al Parlamento, donde los legisladores oficialistas discutieron bajo la amenaza de un incómodo cacerolazo.
Los depósitos en dólares, bien se trate de plazos fijos o de cajas de ahorros a inmovilizar, son los que tienen un cepo más cerrado. Esto equivale a decir que más del 70 por ciento del dinero custodiado por los bancos está inmovilizado hasta el año próximo, salvo lo que corresponda a cuentas corrientes empresarias o al monto admitido para la pesificación.
La única esperanza de disponer ya de esos dólares capturados es que el Gobierno, con la obvia anuencia de los bancos, concrete su promesa de emitir certificados que los ahorristas puedan utilizar como medio de pago. Sin embargo, éste se parecerá mucho más a un bono que a un cheque, ya que quien lo reciba no podrá transformarlo en efectivo, salvo que espere el momento que el cronograma de devolución de depósitos le haya asignado a ese plazo fijo o esa cuota parte de un plazo fijo.
A semejanza de un bono o una promesa de pago que puede comercializarse a través de los endosos, es posible que los futuros certificados se deprecien en función de varias cosas: la tasa de interés –por cobrar en un futuro un bien que se entrega hoy–, la de riesgo –por la incertidumbre sobre la supervivencia del banco que tiene los fondos– y por la debilidad negociadora de quien tiene que usar esos futuros papeles para comprar o vender de apuro.
A raíz de esa previsible depreciación de los certificados, es posible que quien hoy tiene dólares suficientes para comprarse un departamento de tres ambientes en Palermo, en el mejor de los casos, pueda acceder al equivalente en La Boca. A menos que el valor en dólares de las propiedades sufra un derrumbe estrepitoso. O que quien tenía los verdes necesarios para un Peugeot 307 full, deba contentarse con un 106 base o, peor aún, a seguir viajando en transporte público porque el precio de los coches se fue por las nubes, impulsado por la devaluación (la mayor parte de los componentes es importada).
Esta segunda y flamante versión del corralito es mucho más restrictiva que la original, en la que se podía girar contra las cuentas para cancelar transacciones. Ahora, todo depende de aquellos certificados, aun en proyecto y previsiblemente depreciables. Con el agravante de que el cerco para depósitos en dólares ubica en una situación parecida a quien durante diciembre acumuló 12 mil dólares pasando a divisa algún ahorro, sueldo y aguinaldo (lo recupera en cuotas a partir de junio) con quien tenía un plazo fijo especulativo de 300 mil dólares (lo recupera en cuotas a partir de setiembre).
El mayor peligro del congelamiento de los depósitos es, en definitiva, profundizar la parálisis de la economía y, en poco tiempo, tornar estéril cualquier esfuerzo para evitar el colapso. “El corralito deja el stock de deuda y crédito en una foto; ¿quien ingresará dinero al sistema financiero?. Y sin fondos del exterior ni locales es imposible reactivar”, analiza el economista Raúl Ochoa, de la consultora Ecosul y asesor del bloque justicialista, que tuvo un día ajetreado.
La agenda de la bancada oficialista estuvo completa desde el miércoles a la noche, cuando su titular, Humberto Roggero, cenó con Eduardo Duhalde. Tanto en este encuentro como en las reuniones de ayer, el diámetro delcorralito y el impacto político de ceñirlo fue tema obligado, siempre bajo el axioma de que es imposible desmantelarlo.
Dudas sobran. Al punto de que algunos confundidos legisladores del PJ se sorprendieron ayer con el dato de que no podrán extraer un sólo billete de sus cajas de ahorro en dólares. Otros, hasta se atrevieron a invocar la propuesta dolarizadora de Carlos Menem, como una salida políticamente menos costosa que este rediseñado corral.

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