–¿Argentina puede ser expulsada del G-20?

–No, no hay ambiente para eso. Argentina tiene muy bien ganado su lugar en el G-20. Los intentos que pudieron existir en Estados Unidos fueron muy marginales. El senador republicano Richard Lugar quiso aprobar una declaración testimonial, que se llama “el sentir del Congreso”, pero no prosperó. A ningún gobierno se le ocurriría expulsar a la Argentina, no sería sensato. Es un miembro importante del grupo.

–Las reuniones del G-20 no son el ámbito para tratar cuestiones bilaterales. Hay mecanismos específicos para eso.

–No sé qué puedan hacer, pero el G-20 está para otra cosa, no para tratar cuestiones bilaterales. La Argentina tiene mucho que aportar a las discusiones generales, en un momento muy particular en la economía internacional.

Las preguntas fueron trasladadas por periodistas argentinos a un representante del gobierno mexicano, que accedió a conversar con la prensa off the record. El funcionario desechó una a una las supuestas objeciones que recibiría la mandataria argentina, en una agenda que no parece ser la del G-20, sino la de algunos sectores internos. Lejos de ser la política argentina la que está en cuestión, lo que domina las sesiones de la cumbre es la crisis europea. Las miradas están centradas en Grecia, España e Italia. La primera reunión del G-20 tuvo lugar en noviembre de 2008. Fue convocada de urgencia en medio de la crisis de las hipotecas subprime de Estados Unidos. Los siguientes encuentros –cinco más–- tuvieron como eje los problemas en el Viejo Continente. Esta séptima reunión sigue en la misma línea. Lugar, el que intentaba castigar a la Argentina desde el congreso estadounidense, es un senador vinculado con los fondos buitre, que este año terminará su mandato al perder en la interna republicana. Ya no quedará ni él para decir que Argentina no debería estar en el G-20.