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Con los pies en el mundo

 Por Raúl Dellatorre

Hubo quienes sostuvieron –y todavía sostienen– que la decisión del gobierno argentino de expropiar las acciones de control de YPF a Repsol en abril de 2012 exponía a la Argentina a “caerse del mundo”. Que semejante ofensa contra “el capital extranjero” se pagaría carísimo. Y no se trata de una simple expresión desafortunada de un político mal informado, sino que refleja la lógica de quienes interpretan la gestión de gobierno como un gerenciamiento de un poder ya constituido, en manos de corporaciones intocables. El desenlace del conflicto de Argentina con Repsol –que no arrancó en la expropiación– demuestra que la política puede ofrecer otras soluciones, plantear otros objetivos más ambiciosos, que cambian la perspectiva de las propias corporaciones y las obliga a realinearse. En un mundo en crisis, tratándose de Europa en particular, y más particularmente de España, las alternativas se abren como en abanico.

El acuerdo para resolver la compensación a Repsol se alcanzó con el involucramiento de tres gobiernos: Argentina, España y México. La decisión argentina terminó poniendo en crisis la relación entre Repsol y Pemex, la petrolera mexicana dueña del 9,5 por ciento de las acciones de la española y socia principal de La Caixa, firma controlante de Repsol. Los alcances del conflicto terminaron obligando al gobierno español de Mariano Rajoy a tomar partido en la resolución del conflicto, buscando restablecer la paz interna en su empresa petrolera.

Los alcances de la decisión política argentina de recuperar YPF todavía están por verse, pero hasta aquí es todo ganancia. Se recuperó la inversión, empiezan a llegar inversiones que estando la petrolera en manos extranjeras no llegaban y la producción detuvo su derrumbe. Hasta ahí, lo palpable. El principio de acuerdo de compensación con Repsol abre otras perspectivas, que se pueden leer en la misma trama de la negociación.

Un factor clave en el futuro de este acuerdo se llama Pemex. Emilio Lozoya, su titular, fue quien impulsó el acuerdo, elaboró la propuesta de compensación que finalmente se acordó y hasta amenazó con romper con Repsol cuando esta misma propuesta fue rechazada por el Consejo de Dirección de la compañía, en junio de este año, a instancias de Brufau.

Lozoya descalificó públicamente a Antonio Brufau (titular de Repsol, nominado por La Caixa en 2004), lo trató de ineficaz en el manejo de la relación con Argentina y lo acusó de una gestión deficiente al frente de la compañía. Por si fuera poco, consideró excesiva su retribución de ocho millones de dólares anuales. Este último lunes, fue Lozoya quien cerró el acuerdo en Buenos Aires con el gobierno argentino, junto a Isidro Fainé, titular de La Caixa, y un ministro del gobierno español. Brufau no fue convidado a esa mesa. Ayer, en Madrid, Lozoya votó en contra de la aprobación de la gestión de Brufau. La relación entre ambos está quebrada. En cambio, mantiene estrechos lazos con Fainé, el mandante de Brufau.

Pemex no oculta su intención de asociarse con YPF para desarrollar un área importante en Vaca Muerta. Lozoya conoce a Miguel Galuccio desde hace tiempo, cuando éste dirigía la filial mexicana de Schlumberger. Ese vínculo habría sido clave para el actual desenlace. Y para lo que podría venir.

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