ECONOMíA › GUERRA PETROLERA IBEROAMERICANA

Disputa a tres bandas

La guerra desatada entre Pemex y las autoridades de Repsol en torno del conflicto por YPF no se detuvo ni siquiera en el momento en que se alcanzó el acuerdo de compensación con el gobierno argentino. En la misma reunión en la que se trató la propuesta de compensación en el consejo de administración de Repsol, aprobada por unanimidad, también se evaluó la gestión de la dirección de Repsol durante el último año, con Antonio Brufau al frente, también aprobada, pero en este caso sólo por mayoría: Pemex votó en contra.

En el transcurso de las últimas semanas, Emilio Lozoya, director general de Pemex, utilizó en varias oportunidades palabras muy fuertes de descalificación hacia la gestión de Brufau. Lo señaló como “ineficiente” en el manejo de la empresa, registrando resultados muy por debajo de otras compañías petroleras de su mismo nivel en igual período. Además, le endilgó haberse autoconcedido una retribución excesiva (ocho millones de euros al año) mientras los accionistas sufrían las consecuencias de su mala gestión. Y calificó de “torpeza” el manejo de la relación con la Argentina con respecto a YPF y su recuperación por el Estado por vía de la expropiación.

La confrontación tiene como antecedente el desplante que recibió Lozoya en junio pasado, cuando llevó ante la directiva de Repsol una propuesta de solución al conflicto con Argentina en términos muy similares a los que ahora finalmente se aceptaron. En esa oportunidad, ni siquiera se la dejaron presentar: fue rechazada por una nota dictada por Brufau en la que simplemente se señalaba que “no satisface las pretensiones de la firma”.

A partir de entonces, la directiva de Pemex lanzó una guerra abierta contra la gestión de Brufau, señalándolo de ineficaz y culpándolo de que, con su tozudez, estaba afectando los intereses de Pemex. Paralelamente fue tejiéndose una trama de relaciones entre gobiernos para evitar que el conflicto derivara en consecuencias peores. Mientras Pemex amenazaba con abandonar su participación en Repsol (es, con 9,3 por ciento de las acciones, uno de los tres socios principales, junto a los españoles La Caixa y Sacyr), el gobierno de Peña Nieto (México) trataba de buscar un puente de acuerdo con su par Mariano Rajoy (España). Por su estrecho vínculo con este último, tomó cartas en el asunto el titular del grupo la Caixa, el veterano Isidro Fainé, mandante en definitiva de Brufau, a partir de lo cual las cosas terminaron encarrilándose hacia el final conocido: el acuerdo con la Argentina y el reconocimiento de una compensación que rondaría los 5000 millones de dólares de valor presente en bonos de la deuda argentina.

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