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Moscovitas

- Marx. Varias ciudades del Este de Europa que tuvieron gobiernos comunistas barrieron con esa simbología luego de la caída de la Unión Soviética. En Moscú, en cambio, todavía sobreviven varios iconos socialistas. El más emblemático es el monumento a Karl Marx, una mole de 160 toneladas inaugurada el 29 de octubre de 1961 que se ubica frente al Teatro Bolshoi, a cuatro cuadras de la Plaza Roja. También pueden verse retratos de los líderes de la Revolución Rusa en varias estaciones de subte. Además, la aerolínea Aeroflot aún conserva la hoz y el martillo en su logo. En 2003, la empresa rediseñó su imagen, pero mantuvo ese símbolo. “Estudiamos muchas alternativas, pero nada lo superaba visualmente”, informó entonces la firma.

- La dacha. Durante su estadía en Moscú, el ministro Julio De Vido se hospedó en la residencia del embajador argentino, Juan Carlos Kreckler, donde también funciona la embajada. Es una propiedad que se le alquila a la firma estatal rusa UPDK. Además, la embajada tiene una casa de campo en las afueras de Moscú llamada “la dacha argentina” que Stalin le donó a Perón en 1953. Ese año, Leopoldo Bravo fue designado embajador en Rusia. Cuando le presentó las credenciales a Stalin, el líder ruso le preguntó dónde estaba viviendo. Bravo le respondió que lo hacía en un hotel y entonces Stalin le regaló la dacha.

- Rascacielos. Uno de los edificios más altos del centro de Moscú es una torre de viviendas llamada Kotelnicheskaia. La cantidad de pisos que tiene aumenta de los bordes hacia adentro. Por lo tanto, su base parece ocupar un barrio entero, mientras que en el centro la estructura se eleva hasta los 176 metros de altura. Fue construida por orden de Josef Stalin, entre 1947 y 1952, como parte de una estrategia destinada a convertir a Moscú en una metrópolis más moderna. Kotelnicheskaia no está sola. Stalin construyó siete torres de similares características en distintas partes de la ciudad, a las cuales se las conoce como “las siete hermanas”.

- Metropol. A primera vista es un distinguido hotel de la ciudad, pero el Metropol es mucho más que eso. Allí organizaba algunas de sus fiestas Rasputín y, después de la Revolución Rusa, el edificio fue nacionalizado y ocupado por los líderes bolcheviques. El Comité Ejecutivo Central de Todas las Rusias, el más alto poder de la Rusia comunista, realizaba sus reuniones en ese lugar. Por eso se lo conoció como “la segunda casa de los soviets”. A fines del año pasado, el gobierno ruso subastó el edificio y en la actualidad es propiedad del magnate ruso Alexander Klyachin, dueño de la cadena de hoteles Azimut.

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