- Cambio. A lo largo de la peatonal Calle de Baquijano se pueden cambiar dólares y euros con los arbolitos autorizados. Se los identifica por sus llamativos chalecos amarillos con el signo $ en la espalda y el fajo de billetes que tienen a la vista. Los hombres aseguran estar autorizados por la municipalidad de Lima y la policía. El cambio que ofrecen –2,89 soles por dólar– es mejor que el que se consigue en los casinos y hoteles, otras dos alternativas disponibles.

- Más protestas. Los trabajadores estatales realizaron una suerte de escrache cuando el presidente peruano Ollanta Humala se retiraba del encuentro, el martes. El cuestionamiento de larga data es hacia la ley del servicio civil que, según denuncian los sindicatos municipales, flexibiliza las condiciones laborales en el sector público. A la salida del mandatario peruano, un grupo de trabajadores se levantó y comenzó a gritar: “Abajo la ley servir”. Ayer volvieron a las inmediaciones del hotel con una manifestación más grande, de unas mil personas.

- Tránsito. Un viaje desde San Isidro hasta el casco histórico cuesta entre 12 y 15 soles –alrededor de 50 pesos–, dependiendo el precio que se negocie con el taxista. Por la noche, los 9 kilómetros se recorren en 15 minutos, pero durante todo el día, incluso después del mediodía, cuando hasta las calles porteñas aflojan, el viaje puede demorar hasta una hora por los embotellamientos.

- Criptas. Una visita para no perderse en el centro de la capital peruana es el Convento de San Francisco de Lima, construido en el siglo XVII. Son tres iglesias, sus claustros y patios adornados con pinturas religiosas y techos de madera trabajada; pero la joya del paseo son las criptas y fosas con huesos y cráneos, donde se enterraron a los benefactores de esas iglesias, miembros del clero y aristócratas durante más de 300 años. El recorrido no es apto para claustrofóbicos o impresionables. Se cree que las catacumbas estaban comunicadas mediante túneles con la Catedral y el Tribunal de Santo Oficio de la Inquisición.