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Después de un largo instante de estupor por la dimensión y brutalidad del atentado, me acordé de las proféticas palabras de Bertolt Brecht: “El que tiene una sonrisa en los labios es que aún no ha escuchado las últimas noticias” (1944). Conmocionado por la amplitud y crueldad del atentado, un profundo dolor te invade al pensar en tantas vidas sacrificadas, tanto sufrimiento..., mientras innumerables preguntas sin respuesta se atropellaban en tu mente. ¿Quién puede ser tan ferozmente inhumano y tan ciegamente fanático...? Qué extraña coincidencia o pesadilla, pues un año y medio antes, y también un día 11, fuimos testigos de los atentados en Nueva York. Quizás en estos momentos tan dramáticos, la música es aún más esencial que la palabra; sólo ella puede hablar directamente con nuestro corazón, lo que afirma es relativo a los sentimientos. El mensaje de El cant des ocells es portador de paz, y su lenguaje es universal. En estos momentos de dolor y repulsa, de solidaridad y protesta, compartir con millones de personas la intensa belleza espiritual de una melodía popular tan nuestra fue una vivencia de enorme intensidad, y al mismo tiempo de paz y armonía. En estos instantes, cuando millones de personas manifiestan su solidaridad con las víctimas de Madrid y comparten su dolor, sientes que la esperanza puede volver a darnos la fuerza que necesitamos para construir un mundo más humano. Este oficio de músicos, que nos obliga al constante viajar, nos permite apreciar que en todas partes hay siempre una profunda sed de paz, de participación en la belleza y en la espiritualidad del arte. Por ello estamos convencidos de la fuerza que todos podemos tener para contribuir a mejorar nuestro entorno cotidiano con una ética humanística, en la cual la música y el arte desempeñan un papel esencial, que puede ser la energía decisiva para imaginar y construir un futuro más esperanzador.

* Músico clásico.