EL MUNDO › LA CONSULTA EN ITALIA SOBRE FECUNDIDAD ASISTIDA

La ley que fecunda divisiones

Por E. G. *
Desde Roma

El referéndum sobre la ley de fecundación asistida amenaza con dividir a la sociedad italiana tanto como lo hicieron las consultas sobre el divorcio y el aborto. Por el momento, ha colocado en primera línea política a la Iglesia Católica, que se ha movilizado en favor del boicot por la vía de la abstención: si no se obtiene el quórum, la mitad del censo más un voto, los resultados se anulan. La fecha decidida por el gobierno, el 12 de junio, favorece los intereses episcopales.
La ley 40/2004 sobre fecundación asistida, la más restrictiva de la Unión Europea, cubrió de forma apresurada un vacío legal que casi todos condenaban (había creado, por ejemplo, una oleada de mamás-abuela embarazadas cerca de los 60 años), pero suscitó de inmediato una fortísima polémica. El hecho de que la Conferencia Episcopal aplaudiera la ley ayudó a que la izquierda (que había votado mayoritariamente en contra en el Parlamento) pusiera en marcha el único mecanismo de corrección posible: la consulta directa a los ciudadanos. Como en anteriores ocasiones, el motor de la recogida de casi un millón de firmas fue el pequeño Partido Radical de Marco Pannella y Emma Bonino.
El Tribunal Constitucional desestimó el 13 de enero la petición de un referéndum que pudiera anular o convalidar por completo la ley, pero dio vía libre a una cuádruple pregunta sobre los puntos más conflictivos. Con esa sentencia en la mano, el gobierno italiano registró las primeras divergencias internas. La consulta se podía convocar entre abril y junio y la Conferencia Episcopal presionó para que fuera el último fin de semana posible, el del 12 de junio, el más propicio a la excursión a la playa y por tanto a la abstención. El sector “laico” del gabinete, encabezado por el propio Silvio Berlusconi, prefería el 29 de mayo, pero los democristianos y la Liga Norte se impusieron. Se optó por el 12 de junio.
La Conferencia Episcopal, reunida el 17 de enero, adoptó por unanimidad la recomendación de su presidente, el cardenal Camillo Ruini, y aconsejó a los católicos la abstención. “Somos conscientes de las dificultades que nos esperan y de las críticas que sufriremos”, dijeron los obispos en un comunicado. Porque su abstención, además, no era pasiva: se tradujo rápidamente en una fuerte campaña de prensa, en la creación de páginas de Internet y en la convocatoria de actos públicos a favor de la abstención-boicot para mantener íntegra una ley “que no se ajusta a la enseñanza ética de la Iglesia, pero tiene el mérito de salvaguardar algunos principios esenciales sobre los derechos de la persona”.
La izquierda criticó a la Conferencia Episcopal: “El obispo que propugna la abstención practica una astucia reglamentista, hace política, y no en el sentido más alto del término”, dijo el viernes pasado el presidente de los Demócratas de Izquierda, Massimo d’Alema, para quien la “libertad reproductiva” de las mujeres suponía “un enorme desafío al clero”. El obispo de Como, monseñor Alessandro Maggiolini, respondió que D’Alema (católico) manipulaba los hechos en perjuicio de la Iglesia. Y añadió: “¿Pero qué más quieren las mujeres? ¿Quieren tomar el semen del primero que pasa por la calle? Nuestra posición aspira precisamente a defender el interés de las mujeres”.
A un mes del referéndum, el debate se hacía cada día más agrio.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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