EL MUNDO › POR EL AGRAVAMIENTO DE LA SITUACIóN EN HONDURAS

La OEA no logró sacar una condena

Diez horas de debate en el Consejo Permanente de la OEA en Washington no fueron suficientes ayer para consensuar una resolución condenatoria sobre la dictadura de Honduras. Los puntos de discrepancia entre los diplomáticos fueron dos: aceptar o no la legitimidad de las elecciones previstas para el próximo 29 de noviembre y el lenguaje a utilizar para condenar al régimen de facto. El acuerdo, únicamente, sobrevino al momento de insistir acerca de la inviolabilidad de la embajada brasileña en Tegucigalpa. Durante la sesión, hubo dos voces que sobresalieron por sobre el resto: la de Brasil y la de Estados Unidos.

Ruy Casaes, el representante brasileño ante el organismo interamericano, estimó que llegó el momento de propiciar el fin de la dictadura. “Ha llegado el momento de decir basta y eso significa impedir que continúe este estado de facto que tal vez pueda extenderse a otros países de la región”, afirmó el representante del gobierno del presidente Lula da Silva. Casaes, sin mencionarlo, alegó que la situación política en el país centroamericano es de tal gravedad que podría ameritar una acción contundente por parte del Consejo de Seguridad de la ONU. “No me cabe duda de que existen las condiciones para decir que hay una amenaza a la paz internacional”, aseguró el diplomático, mencionando de ese modo el único argumento según el cual, según la carta de la ONU, el Consejo podría eventualmente decidir una intervención.

El representante estadounidense, Lewis Anselem, procedió de manera diferente. Si bien fustigó a la dictadura presidida por Micheletti, criticó también el accionar de Zelaya. “La expulsión de diplomáticos de la OEA y las amenazas a misiones diplomáticas en Tegucigalpa son actos deplorables y tontos porque no sirven a los intereses de Honduras ni del régimen golpista en sí”, sostuvo el norteamericano. Sin embargo, el hombre de Washington en la OEA no ahorró críticas para el mandatario legítimo. “Zelaya tiene que portarse como un líder y enviar mensajes claros. Tiene que dejar de hacer acusaciones y actuar como si fuese una estrella de cine”, lanzó.

Ayer, al tiempo que Zelaya se dirigía a la Asamblea de la ONU en Nueva York vía telefónica para solicitarle ayuda para restablecer la democracia en su país, la dictadura volvió a desplegar una de sus tácticas dilatorias: un día después de expulsar a sus representantes, el régimen de facto anunció que estaba dispuesto a recibir, el 7 de octubre, una nueva misión de cancilleres americanos y enviados de la OEA para “propiciar” el diálogo.

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