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Prueba de liderazgo

 Por Donald Macintyre *

Los próximos días serán una prueba determinante para el líder liberal demócrata y el tercero en las últimas elecciones, Nick Clegg. La oferta que le hizo ayer con tanta destreza política el posible futuro primer ministro, el conservador David Cameron, y el clima de urgencia que dejaron los resultados de los comicios para formar gobierno le harán muy difícil defender los intereses históricos de su partido.

Más allá de la decepción que causó entre los liberales demócratas el tercer puesto, la distribución de bancas en el Parlamento, por primera vez desde 1974, les dan una oportunidad única y quizás irrepetible para reformar la política británica, una ambición que Clegg viene declarando hace años.

Clegg tiene, por supuesto, derecho a entrar en negociaciones serias con los conservadores, y el primer ministro laborista hizo lo correcto ayer al ofrecerles un espacio para que discutan. Pero es muy difícil imaginar, después de deconstruir el discurso conservador, que la oferta de Cameron sea algo más que diplomática.

Quizá Cameron acepte, por ejemplo, mantener alto el umbral para el impuesto a la herencia, o incluso conservar las pensiones para parejas, dos puntos que los conservadores proponen incluir en su plan de emergencia económica. Pero en general, el líder tory parece estar diciendo: Vamos a priorizar las áreas en las que podamos estar de acuerdo, pero en el resto podrán apoyar la política conservadora.

Dada la distancia que separa a los dos partidos en algunos temas centrales, una de las posibilidades que se barajan es que las negociaciones concluyan en fracaso, pero en buenos términos. En ese escenario, Clegg podría abstenerse de vetar a un gobierno en minoría de los conservadores.

Para muchos líderes históricos del Partido Liberal Democrático significaría resignar el mandato del 23 por ciento de los votos. Por eso ayer en la reunión de legisladores del partido muchos tenían en la cabeza una tercera opción, el laborismo. Después de todo, aunque los resultados de la fuerza de Brown fueron históricamente malos, aún mantiene un fuerte caudal de apoyo, especialmente después de trece años en el poder. Todo dependerá de que el premier esté dispuesto a ofrecer lo que Cameron no pudo poner sobre la mesa, un referéndum para cambiar el sistema electoral.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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