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”Me ven como uno de ellos”

Cuando Lula cuenta su vida, dice que su madre se hubiera dado por satisfecha cuando él consiguió su primer trabajo en San Pablo. Lula nació en el Estado de Pernambuco, en el Nordeste seco, el 27 de octubre de 1945. Era un candidato a morir de hambre. Ese nordestino pobre es el que ganó por primera vez la presidencia en octubre de 2002.

–Antes de ser presidente –relata hoy Lula en uno de los despachos del primer piso del palacio de gobierno–, mi preocupación era definir cuál sería la relación del Estado con la sociedad y la del gobierno con la sociedad. Nos llevó algún tiempo hasta que la parte más pobre de la población y los trabajadores organizados viesen que el presidente era uno de ellos. Hoy, millones de brasileños, cuando me ven, me ven como uno de ellos que llegó al piso de arriba. Eso nos da más credibilidad y más posibilidad de hacer más cosas. También irrita mucho a nuestros adversarios. Como ellos cuentan con partidos frágiles, entonces utilizan algunos grandes medios de comunicación para hacer una gran oposición al gobierno. Pero nosotros, en lugar de ponernos nerviosos, tenemos que sentirnos felices: así funciona el proceso democrático.

El tema de los grandes medios siempre reaparece en las preocupaciones de Lula en términos de relaciones de poder.

–A veces tengo la impresión –reflexiona– de que algunos intentaban provocarme para que yo adoptase una actitud más ríspida contra cualquier medio de comunicación. Que intentase intervenir alguno. Pero cuanto más me pegaban, más democracia. Cuanto más me golpeaban, más libertad de expresión. De ese modo todo el mundo percibió que sólo hay un juez: el lector, el televidente, el oyente. Ellos juzgan y juzgarán, interpretan, sin intermediarios, sin tal o cual “formador de opinión pública”, o sea un ciudadano que se pone una corbata, va a la televisión, da una entrevista, se autodenomina formador de opinión pública y cree que todo el mundo lo seguirá. Tomemos el caso del presidente de la Central Unica de Trabajadores. Representa millones de personas. Pero no es un “formador”. Bueno, esas cosas se están develando. El pueblo brasileño no quiere intermediarios. Quiere hablar por su propia boca, mirar por sus ojos y tomar decisiones según su conciencia.

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