EL MUNDO › APOYO EUROPEO PARA EL LIDER DE WIKILEAKS

No está solo quien pelea

Desde la primera audiencia, en un tribunal en el centro de Londres, las imágenes hablaron más que cualquier declaración. El Premio Nobel sir John Sulston, la ultra famosa Jemina Khan y el periodista John Pilger se pasearon por las Cortes, canales de televisión y radios para defender a Julian Assange, fundador de Wikileaks, al que llamaron el máximo defensor de la libertad de expresión.

A la distancia, Michael Moore, Naomi Klein y una docena de otras celebridades intelectuales mostraban su apoyo como mejor saben hacerlo: por

Twitter, en Facebook, en sus propios blogs y en decenas de entrevistas.

Assange dice que es inocente. Que los cargos de abuso sexual por los que el gobierno sueco exige su extradición son una excusa para castigarlo por la publicación de la información secreta. Que lo persiguen por enfrentarse contra fuerzas poderosas. Su abogado y, claro, su mamá que viajó especialmente desde Australia para seguir el caso, dicen lo mismo. Y no están solos. Assange cultivó una amplia red de apoyo que incluye a activistas anónimos, escritores, poetas, premios Nobel, periodistas, pensadores, documentalistas y decenas más.

Gracias a algunos de sus amigos, que hicieron una colecta para pagarle la fianza, el fundador de Wikileaks esperará la fecha de su próxima audiencia, el 11 de enero, en una mansión al norte de Inglaterra del millonario Vaughan Smith.

Hasta organizaciones de derechos humanos y de mujeres se manifestaron en apoyo al australiano. Los mensajeros eran varios y variados pero el mensaje era uno: a Assange les estaban haciendo la cama. Las acusaciones de abuso sexual eran una excusa para callar a quien había puesto la cara, y el nombre, a la publicación de información clasificada más grande de la historia. Eso que hoy le pasa a él, nos podría pasar a todos.

El apoyo que el australiano recibe es tal que, de hecho, es difícil encontrar a alguien que esté, al menos públicamente y en Europa, en contra del periodista más reconocido del momento.

“Habiendo visto la evidencia contra él, por lo menos la que se presentó hasta ahora, creo que es inocente”, dijo a Página/12 Donnacha de Long, vicepresidente del Sindicato Británico de Periodistas. “Hay muchas preguntas. Me pregunto por qué la Interpol comenzó una búsqueda del estilo de la que usarían para alguien como Bin Laden. Ahí hay algo más.”

El matutino The Guardian hasta publicó una solicitada en la que algunos de los más famosos nombres del periodismo y la cultura internacional defienden al australiano.

“Escribimos esta declaración en apoyo a la democracia”, titula el artículo, firmado por el periodista John Pelger y una decena de otros.

“Esta no es la primera vez que se publica documentación confidencial que expone mentiras de los gobiernos y no será la última (...) ni será la primera vez que un Estado y otras fuerzas poderosas actúan para prevenir que se disemine la información –ni será la última–”, se lee en la nota.

Todos los que apoyan a Assange ven el caso contra él como un ataque contra la libertad de prensa, contra Wikileaks, el ejemplo de aquello.

“Wikileaks y otros están luchando contra poderosas instituciones que insisten en cortar nuestro conocimiento e influencia sobre políticas y estructuras que impactan en nuestras vidas: ellos son héroes de la información, no villanos de la información. Vemos que todo esto se está haciendo en nuestro nombre y lo condenamos.”

Pero ¿dónde están los enemigos de Assange? “No hay muchas voces que estén en su contra”, dijo de Long. “Me sorprendió la cantidad de gente que se ha mostrado a favor de la publicación de los cables, incluyendo algunos oficiales del gobierno británico.”

En Estados Unidos la historia es otra. Políticos, opinólogos y presentadores de la ultraconservadora cadena de TV Fox News han despotricado contra el australiano, a tal nivel que algunos hasta han pedido su cabeza abiertamente.

En una entrevista con el Channel 4, Assange dijo que era víctima de una conspiración organizada por el gobierno de los Estados Unidos junto con los servicios de inteligencia suecos. “Estados Unidos ha estado intentando extraditarme a su país y esa extradición es mucho más posible si estoy en Suecia.”

Por el momento, es difícil saber cuál será el verdadero impacto que aquel apoyo puede tener a la hora de enfrentar la audiencia del 11 de enero próximo, cuando el proceso de extradición comience en la fría Londres.

Lo que es seguro es que

Assange está preparando sus armas, con una pulsera electrónica en el tobillo pero sin límites a la hora de usar Internet. Para él, eso debe ser algo bastante cercano a la libertad.

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