EL MUNDO

El paso de la niñez a la masacre

Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén

Nina Kardashova, de 12 años, nunca olvidará el día de su bar-mitzvah, que marca el paso de la niñez a la edad adulta en la religión judía. Un activista radical palestino disparó indiscriminadamente sobre los invitados a su fiesta asesinando a seis de ellos y causando más de cuarenta heridos. El tiroteo fue reivindicado por las Brigadas de Al Aqsa, la milicia vinculada al partido gubernamental de Al Fatah, que junto con las de Yihad Islámica y Hamas se habían comprometido hace tres semanas a respetar el alto el fuego impuesto por Yasser Arafat.
“El terrorista destruyó lo que debía de ser el día más feliz de mi vida”, aseguraba Nina, la hija mayor de los Karsdashova, una conocida familia de Hadera, oriunda de la antigua Unión Soviética, emigrada a Israel hace más de una decena de años. La muchacha trataba así de poner en orden las imágenes de una tragedia que había surgido poco minutos antes de las once de la noche, cuando la fiesta llegaba a su fin y los músicos atacaban los compases del último baile.
Un hombre de aspecto árabe, vestido de kaki, con una chaqueta larga acolchada del ejército israelí, irrumpió en el Armon David –el Palacio de David–, uno de las salas de banquetes más elegantes de Hadera, donde se estaba celebrando la fiesta. Sin pronunciar palabra sacó de debajo de su abrigo un fusil de asalto M-16 y empezó a disparar sobre los invitados.
Los primeros en caer fueron dos mujeres, después lo hizo un guarda del local, a continuación un músico de la pequeña orquesta, y a continuación tres israelíes oriundos de la ex Unión Soviética.
“Estábamos bailando, disfrutando de cada segundo. Era consciente que la fiesta se acababa. Era realmente tarde. De pronto escuché unos ruidos y pensé que el sistema de sonido se había roto, que se venia abajo. Un hombre vestido de uniforme estaba delante de mi tío. Vimos que tenía una arma en la mano. Entendí entonces que estaba disparando en nuestra dirección y que había ya muchos heridos”, explicaba entre sollozos la muchacha.
Alguien, una amiga, la empujó al suelo. La obligó a permanecer estirada sobre la pista de baile, mientras le musitaba al oído: “No debes morir, no puedes morir precisamente el día de la celebración de tu bar mitzvah. Sigue con vida”. A su lado permanecía también estirado en el suelo el fotógrafo, su madre, su hermano menor Anatoli, de 11 años, y sobre todo ella, Liran Hasson, desde el viernes y para siempre su mejor amiga.
En medio del tiroteo, mientras el activista trataba de colocar en su arma un nuevo cargador, los invitados reaccionaron con ira, lanzando sobre el activista palestino todo tipo de objetos, desde botellas, a sillas o mesa. El cuerpo de Abdesalam Hassoume, de 24 años, quedó tendido en la entrada de la sala, mientras trataba en vano de emprender su huida. Permaneció así, sin poder activar su cinturón lleno de explosivos, hasta que un policía descargó su pistola sobre su cabeza; lo mató de cuatro disparos.
La acción fue reivindicada por las Brigadas de Al Aqsa, un ejército clandestino surgido hace poco mas de un año con el nacimiento de la Intifada y constituido en su mayoría por elementos radicales y disidentes del partido gubernamental de Al Fatah, que dirige Yasser Arafat. Con esta acción las Brigadas de Al Aqsa han roto definitivamente la tregua firmada hace un mes junto con las milicias de Hamas y Yihad Islámica, en la que se comprometieron unilateralmente a no efectuar acciones terroristas contra la población civil en Israel.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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