Sean Hoare era un testigo clave de la saga y una figura novelesca. Periodista de celebridades del News of the World y The Sun, perdió su puesto por problemas de alcohol y drogas que él mismo atribuyó al diario. “Querían que me emborrachara y drogara para meterme en el mundo de las celebridades.”

Su figura cobró importancia pública a partir de que reveló al The New York Times el año pasado que el editor del News of The World entre 2003 y 2007, Andy Coulson, exonerado por la investigación policial de 2006, alentaba activamente a sus periodistas a interceptar las llamadas telefónicas de celebridades en busca de exclusivas. En una entrevista posterior con la BBC indicó que Coulson le había pedido personalmente que interfiriera con las llamadas telefónicas y que su insistencia de que no sabía nada era “simplemente mentira”.

En septiembre del año pasado, la policía lo interrogó para que revelara lo que sabía del caso cuando todavía se resistía a reabrir la investigación. La semana pasada le declaró al The New York Times que la policía había usado tecnología de última generación para ubicar a celebridades captando las señales de sus celulares y vender la información a periodistas del News of the World. Según le dijo a The Guardian, los reporteros le pedían directamente a un ejecutivo de la organización que localizara una persona: “En 15 o 30 minutos tenían los datos”. Hoare describió a The Guardian un modus operandi vertical y disciplinado que llegaba como mínimo al editor del dominical.

Eran declaraciones explosivas de un hombre que admitía públicamente sus problemas de alcoholismo y drogadicción y que extrañaba sus épocas de reportero cuando iba de fiesta en fiesta con estrellas pop. El parte policial de su muerte fue escueto. “A las 10.40 la policía fue a Langle Road, en Watford, por la preocupación que había causado el estado de salud de un hombre que vive en esa calle. Al llegar la policía y una ambulancia, encontraron el cadáver de un hombre. No está determinada la causa de la muerte, pero por el momento no la tratamos como un hecho sospechoso.” Los problemas de salud de Hoare eran conocidos, pero con un escándalo que ha mezclado explosivamente a políticos, policías, celebridades y emperadores mediáticos, nadie se sorprendería que su muerte esconda una nueva vuelta de tuerca.