EL MUNDO

Los rivales de cara a noviembre

Otto Pérez Molina

El general retirado

Otto Pérez Molina es un ex general con formación en la contrainsurgencia en la Escuela de las Américas. Los organismos de derechos humanos lo acusan de perpetrar masacres en la región indígena de Nebaj durante esos años y la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo responsabiliza por el asesinato de Efraín Bámaco, en 1992. Sin embargo, él dice tener las manos limpias. Hombre de pocas palabras, supo cosechar un tono distante durante los 34 años de actividad en la vida castrense, que coincidieron con una guerra civil que dejó 200.000 muertos. El candidato del Partido Patriota lideró todas las encuestas por más de 20 puntos, apoyado en un mensaje simple y una campaña publicitaria multimillonaria. Ni con su experiencia de cuatro años como diputado, entre 2003 y 2007, fue capaz de pulir su oratoria. Quienes lo conocen de cerca destacan como rasgo distintivo ser obsesivo para luchar por los objetivos que se fija. Una anécdota de la infancia lo pinta de cuerpo entero. “Una vez les preguntaba a ellos (los tres hermanos Pérez) qué querían ser cuando fueran grandes, y entonces vino Otto y me contestó: ‘Yo voy a ser soldado’. Me quedó muy grabado en la mente, en ese entonces tenía tan solo cinco años”, comenta su amiga Carmen Guerra. Héctor Mancilla, otro amigo de la infancia, recuerda que desde pequeño Otto siempre se destacaba. “Era el capitán del equipo de fútbol a pesar de ser el más pequeño, era muy astuto, muy vivaz.”


Manuel Baldizón

Un Clark Kent rico

El joven empresario derechista Manuel Baldizón es considerado por sus adversarios un engreído, un tránsfuga ideológico. Con un doctorado en la universidad chilena de Valparaíso, Baldizón, de 41 años, ingresó a la política desde su natal Santa Elena, en el norteño departamento de Petén, bunker de los carteles de la droga, y donde fue elegido diputado en 2003. Sus millonarias campañas electorales y su meteórico ascenso empresarial le valieron acusaciones nunca probadas sobre nexos amasados con el narcotráfico, que él mismo se encargó de desmentir, mientras aceleraba su ascenso en las encuestas bajo la promesa de aplicar la pena de muerte para controlar al crimen organizado. Siempre con sus lentes inconfundibles –“Nunca me quito los anteojos, además, las personas dicen que me parezco a Clark Kent”, dijo más de una vez–, Baldizón jamás pierde oportunidad de enrostrarle a su interlocutor de turno que es un “doctor”. Empezó en política con el Partido de Avanzada Nacional. Sus grandes aportes económicos le permitieron en 2007 ser reelegido como diputado, pero, en esa ocasión, por la socialdemócrata Unión Nacional por la Esperanza (UNE), que llevó a Alvaro Colom hasta la presidencia. Era un secreto a voces que Baldizón aspiraba a la candidatura presidencial oficialista, pero cuando fue claro que la UNE se inclinaba por la postulación de la primera dama Sandra Torres, el empresario rompió con el partido y con diez diputados para formar su agrupación personal, bautizada Lider (Libertad Democrática Renovada).

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