EL MUNDO › HOLLANDE CUESTIONA EL PACTO FISCAL Y EL AJUSTE

Otra Europa es posible

Francia, quinta potencia mundial y segunda economía de la Eurozona, tendrá como presidente a un hombre que pone en tela de juicio la filosofía alemana del recorte sin crecimiento. Una filosofía que Sarkozy compartía plenamente.

 Por Eduardo Febbro

François Hollande provocó un temblor de tierra antes de ser presidente. Su victoria ante el ultraliberalismo ajustista de Nicolas Sarkozy va a rediseñar el mapa de Europa. El candidato socialista se propuso desde el vamos cambiar la orientación económica del país y también la de sus aliados de la Unión Europea. El respaldo que los franceses le dieron a su candidatura es también un “no” a la forma en que se estaba construyendo Europa. Francia, quinta potencia mundial y segunda economía de la Eurozona, tiene ahora como presidente a un hombre que desde muy temprano puso en tela de juicio la filosofía alemana del ajuste sin crecimiento. Hollande conquistó la mayoría con un programa de corte progresista, basado en una justicia fiscal, Europa, la educación, el trabajo y la juventud. La reforma bancaria, la fiscal y la renegociación del tratado presupuestario ideado por Alemania son los ejes de su programa. El cuestionamiento del pacto fiscal europeo y los ajustes y la austeridad que lo acompañan ha sido la medida que más credibilidad le dio.

El socialista francés planteó que el BCE (Banco Central Europeo) tenga un nuevo papel, que en vez de prestarles plata a los bancos al uno por ciento para que éstos les presten luego a los Estados a un porcentaje más alto, el BCE trate con los Estados directamente: también adelantó una tasa sobre las transacciones financieras; que el BEI (Banco Europeo de Inversiones) dé créditos a las empresas y que se creen eurobonos para financiar las infraestructuras. La palabra “eurobono” congela de rabia a la canciller de Alemania. Esta medida supone hacer que la deuda se vuelva comunitaria. Hollande quiere que el crecimiento y el empleo sean una cuestión institucional europea, y no sólo la férrea disciplina en el gasto público que impone el pacto presupuestario. “Yo voy a renegociar el pacto. Merkel lo sabe”, dijo Hollande. El presidente electo quiere una Europa más fiel a los orígenes de la construcción, o sea, más humanista, menos tecnocrática, orientada hacia las necesidades humanas y no únicamente a las del sistema. Hasta hace unas semanas, ninguna de estas medidas le gustaban a Alemania. Pero la victoria de Hollande ya cambió los datos que estaban en juego. Merkel repitió que el pacto fiscal “era innegociable”. Sin embargo, la mayoría que consiguió Hollande y el respaldo a sus ideas que fueron viniendo de otros gobiernos, incluso enemigos, diseña un cambio, tal vez menos brusco que el que se desprende del François Hollande candidato. El semanario británico The Economist calificó de “peligro para Europa” las ideas de Hollande. Sin embargo, con el correr de los días muchos analistas respaldaron al nuevo presidente en su idea de poner sobre la mesa la variable del crecimiento. “Hay muchos dirigentes europeos que están esperando conocer el resultado de las elecciones francesas para entablar una nueva discusión”, dijo Hollande hace unos días.

Apenas electo, las primeras reacciones apuntan hacia la búsqueda de un consenso y no una guerra. Merkel llamó a Hollande y lo invitó a ir a Berlín. Alemania habla hoy de “un compromiso pragmático” para llegar al objetivo común, que es la estabilidad del euro. El cambio de perfil es rotundo: Angela Merkel le aportó su apoyo total a Nicolas Sarkozy durante la campaña electoral y hasta se negó a recibir a François Hollande cuando era candidato. Ahora le abrirá las puertas como presidente y tendrá que negociar una agenda distinta de la que viene imponiendo desde hace años: renegociar el pacto fiscal, establecer un pacto de responsabilidad y crecimiento con el objetivo de escaparse de la recesión y disminuir el desempleo. En la visión de Hollande, Europa tiene que ser el motor del crecimiento y no su sepulturero. Para ello se requiere implementar un plan de inversiones masivo que saque a los ciudadanos del pozo.

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Sarkozy tuvo el respaldo de la canciller Merkel durante la campaña; ese capítulo se cerró.
 
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