EL MUNDO › EL VOTO OPOSITOR EN EL ESTE DE CARACAS

“Hay que saber perder”

 Por Mercedes López San Miguel

En el este de Caracas, un barrio acomodado, votó el candidato Henrique Capriles Radonski. Como un preludio de lo que vendría, dijo ante las cámaras: “Para saber ganar hay que saber perder”.

Capriles Radonski (foto), quien se definió como antiimperialista y de centroizquierda, pese a que su partido Primero Justicia está identificado con la derecha venezolana, dijo que recibió llamados de varios países de la región. Seguramente no lo llamaron ni Lula da Silva ni su sucesora Dilma Rousseff, el primero porque le dio un apoyo explícito a Chávez, la segunda porque envió a Caracas a Marco Aurelio García como observador de los comicios. Tampoco habrá recibido una palabra de ánimo del presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, ni de su mujer, la senadora Lucía Topolanski, quienes respaldaron la candidatura de Hugo Chávez.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”, versa el dicho popular. Capriles y su coalición variopinta de la Mesa de Unidad –que reúne desde partidos de derecha hasta formaciones progresistas– recibieron abiertos apoyos y visitas del Partido Popular español, del PRO argentino y del gobierno de Federico Franco de Paraguay. José Sant Roz, intelectual venezolano, señala otros apoyos al candidato de la sonrisa permanente. “Los grandes intereses internacionales invirtieron en la campaña de Capriles.” Cuando se le pregunta a qué intereses se refiere, el académico apunta a Estados Unidos. “Todos los líderes de la Mesa de la Unidad se sometieron a las decisiones de Washington, producto de la inversión multimillonaria a la campaña que se hizo a través de ONG como Usaid (United States Agency for International Development).”

Tal aseveración es congruente con una denuncia que ha hecho Chávez a lo largo de su gobierno, de que la oposición recibía fondos de Organizaciones No Gubernamentales.

Donde vive y votó Capriles, el opositor suma adherentes. Fuera del colegio electoral, una fila de votantes recorría decenas de metros. Una mujer de mediana edad salió abanicándose con una mano y con otra llevaba a un perro caniche. “Voté por Capriles porque va a mejorar el país. Falta libertad en todo el sentido de la palabra”, dijo Ana Falabella, de 47 años, que se definió como educadora y servidora pública. “Mi esposo fue trabajador de Pdvesa y, como se enteraron de que estaba en la oposición, tuvo que irse”, dijo esta vecina de Las Mercedes, una de las zonas más parecidas al Barrio Norte porteño.

Una señora que trajo una silla replegable para hacer la cola, vestida con pantalones caqui, dijo que votó por el hombre de apellido burgués y pasó a enumerar motivos. “Queremos que se acabe el odio, el rencor, la inseguridad, la sistemática destrucción de la riqueza y de las instituciones”, dijo María Rodríguez. Pasó a su lado, y sin dejar de caminar, un señor con sombrero panamá, de nombre Alvaro Vilachá, atinó a decir que era abogado y dijo enfático: “Capriles va a hacer que haya igualdad, justicia y libertad”.

El voto parecía tan exclusivo de Capriles como el barrio. Pero siempre hay una excepción a la regla y en este caso María Tabárez la cumplió. Dijo bajando la voz que votó por Chávez porque desde que llegó de Colombia, hace 40 años, soñaba con una vida mejor. “Estudié enfermería y ahora cuido ancianos porque ya tengo bastante edad”, dijo y se fue caminando lentamente.

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