Chicago, la cuna política de Barack Obama, aguarda con ansiedad las elecciones de mañana y la llegada del mandatario demócrata, que dará su discurso electoral desde un centro de convenciones en el que, seguramente, no cabrá ni un alfiler. En un día mayormente soleado pero frío, los comicios fueron el tema de conversación obligado en cada bar, donde las pantallas de televisión emitieron los actos finales de campaña de Obama y su rival republicano, Mitt Romney, quienes queman los últimos cartuchos de una carrera que sigue pareja hasta el final. La ansiedad se palpó en la voz de Paul W. McCormick, un jubilado que, al igual que Obama, fue también trabajador comunitario aquí en Chicago, aunque en barrios de población puertorriqueña, y que hizo una pausa en una esquina para descansar, apoyado en un bastón.

“Está peleado, lo sé. Pero estoy seguro de que ganará Obama. Tiene que ganar. Romney será otro Bush. No podemos soportar esa vuelta al pasado. El único futuro es Obama”, dijo McCormick en un español más que respetable, aprendido en su juventud como asistente social. Fuera de los bares, restaurantes y otros lugares de reunión, las calles de la ciudad del viento no mostraron los grandes carteles de publicidad política con los rostros de los candidatos que se acostumbran ver en Buenos Aires y otras localidades argentinas en épocas electorales. Pero la TV no da respiro.

Mark Best, un ex asesor de finanzas ya retirado, observaba la pantalla de la cadena CNN con el último sondeo a nivel nacional: 47 por ciento para Obama y 47 por ciento para Romney.

“No confío en Romney. Años atrás, yo era republicano y creía en muchas de las posiciones de los republicanos. Pero desde la última recesión que sufrimos, cuando vi el estallido de esa burbuja inmobiliaria, me di cuenta de los perjuicios de la noción de la desregulación y el libre mercado a cualquier precio”, dijo Best. “Creo que esa situación puede repetirse mucho más fácilmente con otra administración republicana que con una demócrata. Romney, para mí, es un típico ejemplo de alguien que cuadra en ese modelo de alto riesgo, alta ganancia, y no lo veo como alguien que vaya a crear empleos sino todo lo contrario”, agregó.

Obama, el presidente que llegó al poder encarnando el cambio y la esperanza, enfrentará su ratificación en las urnas tras un mandato de logros, pero también de fracasos. Sus críticos de derecha lo acusan de haber presidido el declive de Estados Unidos como potencia mundial, de haberse distanciado de Israel con su oposición a la colonización de los territorios palestinos y de no ser lo suficientemente agresivo con Irán y Corea del Norte. Sus defensores, en cambio, subrayan como grandes logros el debilitamiento de Al Qaida, la gestión de sus relaciones con China, la ratificación del nuevo tratado Start de desarme nuclear con Rusia y haber sustituido el escudo antimisiles que Bush quería instalar en Europa por otro menos costoso y más flexible.