EL MUNDO › ANTECEDENTES DE OTRAS MASACRES

Un tendal de bajas

El tiroteo de ayer en Washington no es un hecho aislado en el largo tendal de masacres en los últimos años en Estados Unidos que involucran a uniformados. En marzo de 1995, Ernest Cooper Jr., empleado civil de la Marina, hirió a dos compañeros en el Comando Naval de Sistemas Aéreos de Arlington, Virginia, y luego se suicidó. Nils F. Salvesen, una de las víctimas, era supervisor de Cooper y fue el primero en morir por los disparos. El comandante Harry Molyneux, que estaba sentado cerca cuando el atacante sacó su arma, fue la segunda víctima.

El 5 de noviembre de 2009, trece soldados fueron asesinados en la base militar de Fort Hood, en Texas, destacamento que albergaba a 45 mil efectivos y que era considerado el más poblado del mundo. Durante el ataque, 31 soldados resultaron heridos. El atacante, Nidal Malik Hasan, psiquiatra del ejército norteamericano, disparó al menos doscientas veces sobre sus compañeros antes de ser reducido por otros militares. Un jurado militar de Estados Unidos encontró a Hasan culpable de 45 cargos y lo sentenció a pena de muerte. Aunque se reconoció como autor de la masacre, Hasan, que cumplirá 42 años, dijo no haber realizado nada malo y que había actuado por la causa mayor de ayudar a sus hermanos musulmanes, según documentos filtrados a la prensa por su abogado.

En abril de 2013, un empleado civil del ejército estadounidense fue asesinado en un estacionamiento ubicado en la base militar de Fort Knox, en Kentucky. “Agentes especiales del comando de investigación criminal del ejército de Estados Unidos están investigando un incidente personal y no un acto indiscriminado de violencia”, manifestó en ese momento Chris Grey, vocero militar. En Fort Knox, base emplazada cerca de Louisville, prestan servicio unos 40 mil soldados. Los disparos comenzaron cerca del cuartel general de la Comandancia de Recursos Humanos. La víctima pertenecía a ese departamento. El tiroteo se produjo dos semanas después de que un marine matara a dos colegas en una base en Quantico, Virginia, y luego se suicidara. En febrero, la prensa local informó sobre la muerte de un soldado y su esposa en su casa, hecho atribuido –por las fuerzas armadas norteamericanas– a una pelea familiar.

El soldado Eusebio López abrió fuego sobre dos de sus compañeros en la Escuela de Oficiales de Marines de la base de Quantico, también ubicada cerca de Wa-shington, en marzo de este año. Luego de matar a la cabo Sara Castromata –que trabajaba en el almacén del destacamento militar– y al cabo Jacob Wooley –operador de radio–, el soldado, de origen hispano, se suicidó.

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