EL MUNDO › ENTRE ENVIADOS ESPECIALES HISTERICOS, Y SUICIDAS

Periodistas, de hotel en hotel

Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

Ahmed, uno de los porteros del hotel Palestina, no da crédito. Por la mañana, una tromba de periodistas salió en estampida del establecimiento ante el rumor de que el Ministerio de Información les obligaba a regresar a los hoteles en los que se alojaron inicialmente. Ahora, apenas ocho horas más tarde, los mismos que se han ido regresan en tropel. Es una muestra más de la paranoia que logró la guerra psicológica.
A excepción de un puñado de periodistas raros o independientes, la mayoría de los periodistas eligió desde el principio el hotel Al Rashid, el único de Bagdad que mantiene unos estándares de servicio internacionales. A medida que la crisis se enquistaba, algunos medios empezaron a cuestionar su seguridad por encontrarse en una zona de edificios y oficinas gubernamentales.
El pistoletazo de salida lo dio el traslado de la CNN. Decenas de reporteros, convencidos de que Estados Unidos nunca atacará a los enviados de esa cadena, les siguieron al destartalado Palestina y llenaron peligrosamente sus habitaciones de generadores eléctricos y bidones de gasolina. Hasta esta mañana. Numerosos bultos, maletas, cajas con material y provisiones abarrotaban el vestíbulo en medio de rumores que nadie sabía de dónde habían salido.
“El ministerio se lleva a Al Rashid a los americanos y a los británicos para que no bombardeen ese hotel”, aseguraba un camarógrafo griego con un cierto alivio porque se redujera la presión sobre los viejos ascensores del Palestina. “Nadie obligó a nada; la gente se va porque la CNN supo que el Partido Baath se instaló en el hotel de enfrente y el Baaz es un objetivo seguro”, rebatía otro reportero mientras corría a asegurarse un cuarto en el Al Rashid.
Pero horas más tarde, para desesperación de funcionarios del ministerio y empleados de ambos hoteles, alguno de los avispados periodistas descubría que el Al Rashid es un objetivo militar. De inmediato, toda la tribu regresaba en masa a pelear con el recepcionista del Palestina por una habitación orientada al Sur (para poder utilizar el teléfono vía satélite) y, en el caso de las televisiones, un piso alto desde el que poder filmar los bombardeos.
En el Palestina, los periodistas extranjeros, unos 200 tras la salida de un gran número de ellos a raíz del ultimátum de Bush, comparten alojamiento con un centenar de escudos humanos y, en las últimas horas, con un pequeño, pero inquietante grupo de kamikazes. “Hemos venido a hacernos estallar contra los americanos”, declaró Mahmud Zacharia. “No vamos a quedarnos impasibles ante la matanza de mujeres y niños iraquíes”. “Esperamos que los españoles sean imparciales”, añadió al conocer la nacionalidad de sus entrevistadores. Zacharia y sus compañeros, vestidos a lo Bin Laden con chaleco de camuflaje y kufía al cuello dijeron ser sirios de origen palestino.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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