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¿Hay que pagar sin una señal del FMI o de EE.UU.?

Lavagna reunió a un grupo de economistas. Gerchunoff encabezó el grupo de los que dicen que hay que pagar, porque al Fondo le resultaría imposible no cumplir. Felisa Miceli, del otro lado.

Por D. C.

La discusión duró una hora y media. De un lado, un grupo de economistas argumentaba acaloradamente en favor de pagarle al FMI 3100 millones de dólares el próximo martes. “No tiene ningún sentido”, despotricaban del otro lado de la mesa. En este segundo grupo de economistas se destacaba la voz de la presidenta del Banco Nación, Felisa Miceli. Roberto Lavagna seguía el debate en silencio, con cara de póker, aunque sus íntimos cuentan que se divertía y que sacaba conclusiones sobre qué partido está jugando cada uno en el “negocio” de la reestructuración de la deuda. Fue ayer en el Palacio de Hacienda, entre las 10 y las 12.05, poco antes de la charla del ministro con Anne Krueger. El encuentro fue rico en definiciones. No sólo las de los invitados sino también algunas –pocas, pero de gran peso– del anfitrión (ver página 3).
La reunión surgió por la acumulación de pedidos de audiencia con el ministro de quienes finalmente asistieron. Para cumplir con todos, Lavagna los convocó para el mismo día, en un solo lugar. La elección de la fecha no podía ser más oportuna, en virtud del estado de las negociaciones con el FMI y las importantes decisiones que debe tomar el Gobierno.
Lavagna hizo una introducción en la que se destacó un dato que luego nadie retomó. La próxima semana, dijo, el Indec informará una “sensible” baja del desempleo, cuando presente los resultados de la última Encuesta Permanente de Hogares. El ministro no dio ninguna otra precisión. En cambio, destacó que en lo que va del año se produjo una suba del orden del 100 por ciento en las importaciones de bienes de capital, lo que estaría reflejando el afianzamiento de los sectores productivos.
Pero después de esa presentación, rápidamente la charla viró hacia los temas calientes de la coyuntura. En particular, cómo está la relación con el FMI y si el Gobierno debe pagar o no el próximo martes. Los economistas presentes eran Javier González Fraga, Pablo Gerchunoff, Miguel Bein, Eduardo Curia, Orlando Ferreres, Roberto Frenkel, Daniel Heyman, Jorge Carrera, Héctor Valle y Eduardo Conesa. Del equipo económico estaban Miceli y el subsecretario Pyme, Federico Poli. También participó el secretario de Infraestructura porteño, Roberto Feletti.
Fue Gerchunoff el primero en sugerir que el Gobierno tiene que cubrir el vencimiento con el FMI. El argumento, repetido luego por otros economistas, fue que el organismo no tiene margen para negarse a reintegrar el dinero. Es decir, el ex jefe de asesores del equipo de José Luis Machinea supone que el FMI terminará aprobando la revisión de las metas y devolviendo el pago de capital, tal como lo establece el actual acuerdo. Si no lo hiciera, el Gobierno podría argumentar que pagó de buena fe y que ahora es Washington el que hace trampa. El escándalo internacional y la posibilidad de ponerse en posición de víctima que tendría el Gobierno redundaría en más capital político. La ciudadanía, entonces, no vería como un gesto de debilidad que Kirchner haya dado la orden de pagar sino que lo interpretaría como una genialidad política. Mientras siguiera la discusión con el FMI, la reestructuración de la deuda quedaría en segundo plano.
Después de que Gerchunoff esbozó esa idea, Bein y González Fraga fueron los más enfáticos defensores. Bein llegó a plantear que la Argentina, si hiciera lo que recomendó su ex compañero de equipo económico, podría romper con el FMI “pero desde la buena fe”. Ferreres se puso rápidamente de ese lado, lo mismo que Carrera. Cada uno tenía algo que decir. Heyman pareció apoyar la idea, pero con reparos. Curia advirtió que el debate era estéril porque para opinar hace falta conocer en detalle toda la información, más allá de lo que les fue contando Lavagna.
Miceli y Valle, con el respaldo de Conesa, fueron quienes les salieron al cruce. González Fraga sostuvo que hasta hace unos días era partidario de no pagar, pero que en este momento considera más lógico hacerlo. “A Remes Lenicov ya le pasó de pagar una y otra vez hasta que tuvo que renunciar sin conseguir el acuerdo”, recordaron los primeros. “Las veces que conseguimos cosas fue cuando nos pusimos duros”, insistieron.
Lavagna casi no intervino, pero una de las cosas que dijo reveló de qué lado estaba. Fue cuando advirtió que “no importa tanto esta revisión sino los condicionamientos que nos quieran imponer para la revisión de junio”. El ministro estaba diciendo que más vale ganar ahora la pulseada con claridad, por más que cueste, y no arriesgarse a superar el conflicto de cualquier modo y quedar comprometido a metas más exigentes más adelante. “Sin una señal del FMI o de Estados Unidos, no hay que pagar”, fue la conclusión que quedó en el aire, defendida por Miceli y Valle, pero con la aprobación de Lavagna.

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