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Los mitos, la novela y el folletín

–En su tesis uno se sorprende por las características novelescas de la vida de los Juárez, pero sobre todo por el funcionamiento de esos relatos en la sociedad santiagueña.
–Es que no siempre está tan a flor de piel la dimensión mitológica de la política. Desde lo teórico sabemos que es una de las dimensiones típicas del discurso político, pero no siempre está tan presente como en Santiago. Todos los sectores sociales, los sectores medios, los diarios, repiten sus anécdotas. El mito tiene un lugar muy importante en la política. De hecho, la dimensión mitológica se encuentra en otras configuraciones políticas más modernas: los derechos universales, el Estado protector pueden funcionar como mitos. Pero en Santiago del Estero es necesario pensar qué papel juega la circulación y reproducción permanente de la anécdota, de los mismos cuentos.
–¿Tiene alguna idea?
–Cumplen una función en el mantenimiento del orden político. En Santiago nadie rechaza el autoritarismo o la opresión. Más bien lo que existe es la queja de una provincia eternamente postergada y ese discurso tiene una autonomía y una fuerza propia.
–¿Cómo funciona el mantenimiento de un régimen a partir de la queja o los chismes sobre dos personajes de novela?
–Es como lo que ocurre durante el carnaval o la fiesta popular: son momentos donde hay una inversión del orden establecido, pero son momentos. Pequeños espacios de tiempo de denuncias o inversión de las relaciones de poder. Pero ¿por qué esto no se traduce en una acción contestataria al régimen? ¿Por qué hay una opción política tan débil? Quién otro. Hay algunos analistas políticos que dicen que el liderazgo de Juárez, a partir del momento en que él pierde control, de estos momentos anteriores al Santiagueñazo, es el de un líder por defecto: como no hay otro, como no deja crecer el pasto a su alrededor, es la última instancia.
–Sin embargo siempre se dice que estuvieron 50 años en el poder, cuando hubo períodos en los que no estuvieron.
–Es la dimensión del mito. Se escribe hasta en los diarios que Juárez gobierna desde hace 50 años Santiago del Estero de distintas formas -durante los gobiernos militares gobernaba de otra forma– y que aún exiliado en España también gobernaba. Sin duda tenía una consistencia muy grande. No tiene consistencia fáctica.

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