EL PAíS

Tres opiniones sobre el aumento de precios y los salarios

Claudio Lozano *.
“Viven en un frasco”

“Sólo alguien que vive en un frasco puede decir que, en un país donde el ingreso del conjunto de los ocupados apenas representa el 20 por ciento del PBI, ‘los salarios se han desbordado’. Más allá de esta intencionada afirmación, lo preocupante es que este planteo encuentre eco en la administración económica oficial. Esta, y no otra, es la razón que explica la intención de ‘monitorear los convenios colectivos de trabajo’, expresada por el Ministerio de Economía y con la que, más allá de su concreción, vuelve a situar a los salarios y a los trabajadores en el banquillo de los responsables del alza de los precios. Se observan desde la devaluación, tres fenómenos: 1) los precios mayoristas subieron un 170 por ciento, habiéndose ajustado a un dólar de 4 pesos. 2) El índice de precios mayorista aparece especialmente influido por la evolución del precio del petróleo. 3) El índice de precios al consumidor ha sido especialmente impactado por la evolución de los alimentos. Así las cosas, lo que ocurre es obvio. Gradualmente, se traslada a minoristas lo que –hasta el momento– no se había podido trasladar del sustancial aumento de los mayoristas. En un país en el que los salarios y la pobreza exhiben los niveles que hoy se observan y en el que el grado de concentración de los mercados determina que el sistema de precios lo manejen muy pocas empresas, la preocupación de Economía debería depositarse sobre ellas. De lo contrario, lo que Lavagna hace es convalidar la decisión empresarial de defender sus márgenes de beneficio, modificando precios sin justificación y transformando en un dato ‘inmodificable’ la injusta distribución de los ingresos.”
* Diputado nacional y miembro de la mesa nacional de la CTA.

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Miguel Bein *.
“Vino para quedarse”

“El impacto de los aumentos de sueldos sobre la inflación depende de las distintas definiciones de salarios. Si el reajuste se otorga a un trabajador en relación de dependencia en una empresa, podría ser absorbido en caso de una mayor productividad. También hay casos en que la productividad no cayó ni siquiera en el peor momento de la crisis, pero los sueldos igual se recortaron. Esas empresas también deberían absorber los incrementos sin problemas. Por eso digo que quienes ahora afirman que los aumentos deben acompañarse por una mayor productividad, allá por 2002 no reclamaron que los sueldos se mantuvieran durante la crisis, ya que la productividad no había caído. Otra definición de salario incluye a los cuentapropistas. Es en estos casos que los aumentos en los sueldos se trasladan a los precios y hay inflación. Hablo de los peluqueros, los médicos o los consorcios al que le aumentan los costos. O los comerciantes que aumentan sus márgenes de ganancia. Todos estos movimientos desembocan en inflación. La verdad es que aproximadamente la mitad de la economía corresponde al sector de servicios privados que, con la recuperación económica, han empezado a recuperar la capacidad adquisitiva que habían perdido con la crisis. En este contexto, creo que la inflación vino para quedarse. Lo lógico sería que en 2007 los salarios acumulen un avance del 20 por ciento en términos de dólares. El gran desafío es que la situación no se desmadre y tengamos una inflación del 1 por ciento mensual. Ahí no se podría recuperar el salario real. Estamos muy cerca de esa situación, en la cual la inflación genera inflación. Y de ahí es muy difícil volver. Es lógico estar preocupado.”
* Economista.

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Javier Gonzalez Fraga *.
“No es alarmante”

“Si el Gobierno volviera a otorgar aumentos por decreto habría altas chances de que se reavive la inflación. Es improbable que las empresas puedan absorber esos aumentos generalizados. También pueden darse tensiones inflacionarias cuando los aumentos se otorgan en industrias que operan a más del 80 por ciento de su capacidad instalada. Eso no significa que un aumento salarial del 20 por ciento se corresponda con ajustes de precios en igual medida. Pienso que el peligro es que los ajustes salariales se den en forma de catarata. Soy más amigo de los procesos graduales. Esa es la garantía para que la inflación no diluya las mejoras.
Creo que se está dando una sana disputa salarial, donde debe tenerse en cuenta que los empresarios siempre tratarán de mantener intacta su rentabilidad. Aun así prefiero que las negociaciones se den caso por caso o en cada sector. Eso no significa que quiera cercenar el derecho de los trabajadores a reclamar por lo que consideran justo. Pero, eso sí, no se pueden generalizar las recomposiciones salariales. También me inclino por pensar que el Gobierno debería mantenerse prescindente de las discusiones salariales. Perjudica cuando envía una señal política sobre su parecer en el tema. Y no estoy del todo de acuerdo con la afirmación de que la inflación está ‘definitivamente controlada’. No nos olvidemos que este mes habrá otro salto. La inflación de 2005 será más alta que la de los últimos años, pero eso no quiere decir que la situación sea alarmante. Que quede claro: se puede convivir con una inflación del 10 u 11 por ciento, como habrá este año. No es el fin del mundo.”
* Economista.

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