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De pintadas, discursos y apellidos

Por M. P.

- Cristina Dulce. La pintada parecía una muestra de cariño o de un oficialismo inesperado. En las paredes que llevaban desde la autopista Ezeiza-Cañuelas hasta el centro de Tristán Suárez (donde se hizo el acto), el nombre de la primera candidata aparecía acompañado por un adjetivo más propio de las tarjetas de cumpleaños. Pero los distraídos entendieron que “dulce” era, en realidad, el nombre de pila de la esposa del intendente, Dulce Granados, quien competirá por el Frente para la Victoria en el tercer lugar de la lista de diputados provinciales por la tercera sección.
- Contra Menem. Cuando promediaba su discurso, el Presidente defendió su idea de luchar contra la “impunidad”. Enseguida citó a “aquellos que vaciaron el Banco Nación” o llevaron adelante “el contrabando de armas”. Era una referencia nada inocente a Carlos Menem y a quienes lo acompañaron en su gobierno. La mención pareció destinada a preservar su imagen, o a evitar las chicanas de la oposición y las críticas periodísticas, cuando el anfitrión del acto, el intendente Alejandro Granados, fue un reconocido defensor del riojano. Kirchner lo reconoció desde el palco: “Este es un intendente que trabaja, que está comprometido con su pueblo. No me interesa si pensamos diferente en el pasado”.
- Apellidos. De trajecito color crema y pañuelo al cuello, la primera dama se sentó entre su esposo y el intendente Granados. Saludó hacia las gradas, bromeó con el gobernador Felipe Solá y aceptó bajarse del estrado para saludar al público. Así lo hizo, y el público pudo abrazarla, verla de cerca, como lo hizo también con Kirchner. En todo momento se mostró con una sonrisa, que se acentuó cuando Solá la presentó como “Cristina Fernández... puntos suspensivos... de Kirchner. O simplemente Cristina”. En el lanzamiento del Teatro Argentino, la primera dama había retado a los organizadores por colocar un cartel que tenía sólo su apellido de casada.
- El Toba. El elogio pasó desapercibido en medio de su discurso, pero Kirchner no dejó pasar la oportunidad de saludar a Luis García, el Toba, vecino de Ezeiza y militante social, que participó de la protesta del 20 de diciembre de 2001 y le salvó la vida al joven Martín Galli.

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