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Un fiscal de bajo perfil

Raúl Pedro Perotti nació en Comodoro Rivadavia hace 58 años. Se formó en el Colegio Militar de la Nación, estudió abogacía en la Universidad Católica de Santa Fe e ingresó como defensor ante el juzgado federal de La Pampa el 6 de septiembre de 1976. Fue fiscal federal en San Martín y en Morón. Desde que se crearon los tribunales orales porteños en 1993 es fiscal de juicio oral. En 1999 pidió tres años de prisión para el diputado Eduardo Varela Cid por exacciones ilegales. En junio de ese año pidió la nulidad de la causa Coppola, la absolución de los cuatro acusados, y requirió al Consejo de la Magistratura que destituyera e investigara al juez Hernán Bernasconi. Igual que el ex juez Guillermo Madueño, quien renunció cuando se conoció su historia de complicidad con el terrorismo de Estado en Bahía Blanca, Perotti actuó en dos causas de alta repercusión pública por delitos cometidos durante las dictaduras de los años ’70: pidió reclusión perpetua para el ex agente pinochetista Enrique Arancibia Clavel por el asesinato del general Carlos Prats y su esposa en 1974, y en el 2001 pidió siete años y siete meses de prisión para Ceferino Landa por la apropiación de Claudia Poblete.
La abogada de Abuelas de Plaza de Mayo había pedido 20 años y el Tribunal Oral Federal Nº 5 lo condenó a nueve años y medio de prisión. Como atenuantes, el fiscal consideró “la avanzada edad del matrimonio, su carencia de antecedentes penales y el deterioro de la salud de Landa”. Según el perfil publicado por el diario La Nación tras la absolución de Coppola, Perotti “es un hombre elegante, alto y de buen vestir. En las audiencias habla con voz firme, casi a los gritos. Pero prefiere el perfil bajo”. Es entendible.

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