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El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) concluyó ayer en París su reunión plenaria anual sin anunciar ninguna medida de gran alcance para el control de los capitales que circulan de manera ilícita ni tampoco en lo que atañe a la vigilancia de los sistemas financieros y los grupos bancarios que sirven de soporte al terrorismo internacional para financiar sus acciones.
El GAFI es un organismo intergubernamental compuesto por 31 países, la Comisión Europea y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y cuya misión consiste en luchar contra el lavado de dinero. La reunión anual no esbozó estrategias suplementarias destinadas a “iluminar” la oscuridad de las plazas financieras y las estructuras offshore de paraísos fiscales como las Bahamas, las Islas Vírgenes o Caimán. Los sacrosantos secretos bancarios en vigor en Suiza, Luxemburgo o Mónaco se mantienen en pie al tiempo que los términos de la convención internacional contra el financiamiento del terrorismo adoptada por las Naciones Unidas en 1999 y aplicada recién en abril del año 2002 siguen siendo poco menos que un texto literario debido a que numerosos países no la han ratificado aún. Por curioso que resulte, el GAFI le dio una “buena nota” a Suiza por su “sistema completo y eficaz” en la lucha contra el lavado de dinero (¡sic!). Según el jefe de la delegación Suiza, Alex Karrer, el GAFI también felicitó a la Confederación Helvética por su postura frente a la cooperación internacional, pero la criticó por sus escasas medidas en lo que concierne al contrabando, la trata de seres humanos, la manipulación de las cotizaciones y los “pagos al contado” de transferencias de fondos en el campo internacional.