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Una marcha de apoyo para Aníbal Ibarra

 Por Santiago Rodríguez

En la Jefatura de Gobierno porteño no todas las miradas apuntaron ayer en una única dirección. Suspendido ya en sus funciones a la espera del juicio político que deberá enfrentar por el incendio de República Cromañón, Aníbal Ibarra fue uno de los protagonistas de la jornada y entró en escena en la puerta misma de su casa, donde insistió en denunciar que es víctima de una “revancha política” de Mauricio Macri. Catapultado por la situación desde su papel de actor secundario al de coprotagonista, Jorge Telerman también habló al salir de su domicilio y allí reiteró la idea de que es tan sólo un “vicejefe de Gobierno que, como marca la Constitución, tendrá responsabilidad de gobierno”. Los dos se ocuparon después de sus respectivos asuntos: Ibarra a definir cómo peleará su permanencia –sus colaboradores anticiparon que el próximo lunes habrá una concentración en su apoyo– y Telerman a ver el modo en que se maneja hasta tanto el escenario se defina.
No hubo despacho ni pasillo de la Jefatura de Gobierno de la ciudad en el que no se hicieran comentarios de la situación en que quedó Ibarra y la administración porteña en su conjunto después de la decisión de los legisladores de suspenderlo por cuatro meses. La suspensión se hizo efectiva a primera hora de la tarde, después de que el jefe de Gobierno recibiera la notificación correspondiente.
El encargado de notificar a Ibarra de lo dispuesto por la Sala Acusadora de la Legislatura con el estricto voto de treinta de sus miembros que establece la Constitución local fue el vicepresidente primero de la Legislatura, Santiago De Estrada. “Estuvimos 5 o 10 minutos conversando, no más de eso. Fue un diálogo amable”, contó el macrista de su encuentro con Ibarra en la sede del Ejecutivo porteño. Comentó que lo había visto “normal” y agregó que “no hablamos de ningún tema de fondo, sino de las circunstancias del momento, nada más” y señaló que “tampoco” el jefe de Gobierno realizó ningún juicio de valor sobre su suspensión.
Ibarra mantuvo distintas reuniones y diálogos con sus colaboradores. El propósito fue avanzar en la definición de la estrategia que seguirá de ahora en adelante. Lo que sellará definitivamente la suerte del jefe de Gobierno será lo que resuelva la Sala Juzgadora de la Legislatura, cuyo trabajo Ibarra buscará acelerar al máximo. Esa Sala está integrada por quince legisladores y para destituir a Ibarra hace falta como mínimo el voto de diez de sus miembros.
En función del conteo que se hace por estas horas, la oposición no reuniría allí los votos necesarios para desplazar a Ibarra. Otro sería el escenario a partir del próximo 10 de diciembre cuando se concrete el recambio legislativo y cambie la actual correlación de fuerzas. La aspiración de máxima de Ibarra es que su juicio político se desarrolle antes de esa fecha. Como en los hechos eso es casi imposible por el tiempo que requiere el proceso, en la Jefatura de Gobierno buscarán al menos que la actual integración de la Sala se mantenga hasta el final del juicio.
Si bien no descarta recurrir a la Justicia en función del avance del juicio político, Ibarra tratará de ganarse el apoyo de los porteños que en las encuestas dicen respaldarlo para recuperar la iniciativa política. “Eso nos permitiría darle una nueva viabilidad a nuestro sistema de alianzas”, se entusiasman a su alrededor.
En la Jefatura de Gobierno se preparan para dar la pelea solos. La impresión durante toda la semana pasada fue que el kirchnerismo los acompañaba en la pulseada, pero hoy por hoy no terminan de entender cómo fue posible que desde la Casa Rosada nada pudieran hacer para sostenerlos.
Los ibarristas ya empezaron a preparar una concentración de apoyo al jefe de Gobierno el próximo lunes frente al Palacio Municipal, donde aseguran haber recibido infinidad de llamados y correos electrónicos de respaldo. Prometen también que realizarán “un trabajo muy fuerte sobre los vecinos” para ponerlos de su lado. “La idea –adelantó uno de los organizadores de la movida– es poner blanco sobre negro que la discusión acá es si se destituye o no a Ibarra, porque la amplia mayoría de los porteños no está de acuerdo con la destitución.” Algunos se imaginan ya recorriendo los barrios de la ciudad y repartiendo a los vecinos los teléfonos y las direcciones de correo de los legisladores de la Sala Juzgadora para que les transmitan su posición. El ibarrismo involucrará en su campaña a referentes sociales, dirigentes de organizaciones comunitarias y personalidades de la cultura.
Todo apunta a demostrar que detrás del propósito de destituir a Ibarra está Macri, como denunció también el jefe de Gabinete, Raúl Fernández: “Hubiera sido decente de parte de Macri que hiciera pública su posición y lo mismo corre para Elisa Carrió”.
Mientras el jefe de Gobierno busca alternativas de recuperación, Telerman se mueve con pie de plomo a la espera de que aclare. El vicejefe a cargo del Ejecutivo también ocupó buena parte de su día a analizar variantes con sus asesores. “Vamos a esperar unos diez días a ver que pasa y después veremos cómo nos movemos”, contó a este diario un colaborador de Telerman y reconoció que “hay algunos intentos de tender puentes con el kirchnerismo puro”.

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Jorge Telerman comenzó su interinato haciendo declaraciones.
 
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