EL PAíS › DISTINTA REACCION ANTE UNA MISMA DECISION

Argentina y Brasil, un espejo roto

Brasil y Argentina cancelarán la totalidad de sus acreencias con el FMI antes de fin de año. En Brasil el crecimiento de la producción se detuvo, en Argentina el PIB crecerá el 9 por ciento en 2005 y no hay señales de que se detenga en 2006. La misma medida en dos países, uno con buen desempeño en sus variables reales y otro que apretó el freno, no dio lugar a las mismas percepciones de los analistas internacionales. Contra lo que podría creerse, la imagen favorable no benefició a la Argentina.
Para el desprevenido puede resultar llamativo, pero mientras el pago de 15.500 millones de dólares que realizará Brasil antes de fin de año acudiendo al uso del 22 por ciento de los 67 mil millones de sus reservas internacionales fue visto como una confirmación de la prudencia de sus políticas económicas. En cambio, la misma decisión argentina de pagar más de 9800 millones con el 36 por ciento de sus reservas fue percibida como una señal de que el gobierno “izquierdista” del presidente Néstor Kirchner pergeñó una artimaña para desembarazarse de las atentas auditorías del organismo financiero. Sin la tutela del FMI, sostienen, se corre el riesgo de que el Gobierno se lance al desenfreno fiscal. En otras palabras, la decisión de Brasil fue leída como una confirmación de la ortodoxia, la de Argentina como un nuevo giro izquierdista.
¿Cuál es la verdad? La memoria colectiva de los ’90 brinda una primera aproximación. El juicio de “los mercados” suele ser apriorístico. No importa el contenido de la medida, siempre será posible forzar una interpretación. Pero si se aparta el contenido ideológico, las diferencias existen.
Para quienes interpretan el funcionamiento de las economías partiendo de lo que sucede con las variables reales, es decir, en la producción y no en los mercados financieros, los datos son contradictorios. Por un lado, destacan el citado crecimiento de la Argentina versus el estancamiento de Brasil, pero por otro, también agregan que el superávit comercial local (exportaciones menos importaciones), enfrentado al brasileño, se encuentra más comprometido en el mediano plazo.
El economista del Instituto de Estudios de la CTA Martín Hourest cree que si bien el fantasma de la progresiva reducción del superávit comercial no está cerca, esta variable resulta altamente dependiente de los precios internacionales de unas pocas commodities primarias e industriales. En Brasil, en cambio, existiría una mayor “densidad productiva” y, consecuentemente, una también mayor integración a los flujos más dinámicos del comercio mundial. En segundo lugar, y directamente relacionado, el superávit de las cuentas públicas argentinas (la diferencia de los impuestos menos los gastos del Gobierno) se encuentra demasiado atado al superávit comercial. Si cae uno, cae el otro.
Siempre desde la economía real, la pregunta es qué pesa más, si la citada restricción estructural argentina o la política antiinflacionaria recesiva de Brasil. Para los agentes de los mercados financieros, felices con la tasa de interés real de más del 12 por ciento anual que obtienen en Brasil (18 puntos de Sélic menos 5,7 de inflación), no cabe duda donde está la corrección.
Entre los argumentos “técnicos” que se escuchaban ayer en la City para justificar las diferencias entre los dos socios del Mercosur se destacaron:
- Argentina viola la “independencia del Banco Central”. Ello se debe a que el Gobierno recurrirá a las reservas que están en cabeza del Central mediante la creación de la figura de “reservas de libre disponibilidad”, mientras que en Brasil, la deuda con el FMI está en cabeza del Central, con lo que no serán necesarias reformas legales.
- El porcentaje de reservas internacionales que utilizará Brasil es menor (22 por ciento versus 36). Lo mismo sucede con la relación entre las reservas remanentes y base monetaria, que en Argentina quedaría más comprometida, como lo habría demostrado la inmediata suba del dólar.
- Brasil siempre tuvo políticas “amistosas” hacia los mercados, mientras que Argentina reestructuró con quita y critica permanentemente al Fondo.

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Lula da Silva, presidente de Brasil, y su ministro Palocci.
 
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