EL PAíS › LAS COINCIDENCIAS Y LAS DIFERENCIAS ENTRE LOS TRES PRESIDENTES

Una cita que sirvió para limar asperezas

 Por M. P.
Desde San Pablo, Brasil

Néstor Kirchner salió disparado, sin hablar con nadie, directo a los automóviles que lo llevarían al aeropuerto de Congonhas. Luiz Inácio Lula da Silva dejó el salón del segundo piso del Sofitel, el hotel que solía usar como base en la campaña presidencial, y delegó en su canciller la función de hablar con los periodistas. Hugo Chávez se tomó su tiempo, y tras conversar con Lula en privado, concedió una conferencia de prensa que aportó algunas sonrisas y varios títulos a los corresponsales del mundo. La forma en que los tres se retiraron de la reunión trilateral de ayer volvió a revelar coincidencias –sobre todo–, pero también matices que van más allá del carácter. Las semejanzas son varias. Los tres se consideran artífices de un supuesto nuevo modelo político-económico que deje atrás al neoliberalismo. Dicen que para eso necesitan tiempo y que no descartan presentarse a la reelección (Lula y Chávez tienen presidenciales en 2006 y ya hicieron saber que competirán). Por último, los tres confían en el gas como estrategia principal para fortalecer y ampliar el Mercosur, que enfrenta las peores turbulencias de los últimos años.

Pero también hay diferencias. Algunas habían quedado a la vista en la última reunión de Asunción hace una semana, cuando Chávez se juntó con los presidentes de los países pequeños del Mercosur: Paraguay, Uruguay y la invitada –porque no forma parte de la Comunidad Andina– Bolivia. Allí se analizó la posibilidad de construir un gasoducto que comenzara en La Paz y Caracas, pasara por territorio brasileño y terminara en Montevideo. La gran ausente de ese trazado era, no casualmente, Argentina. En la Rosada interpretaron ese gesto como una amenaza implícita y maldijeron por lo bajo. Pero aquella foto en Paraguay no fue el único cortocircuito en la región. El problema más grave es la decisión de la empresa siderúrgica brasileña EBX de abandonar Bolivia.

Esa empresa queda en el oriente boliviano, una región con tendencias secesionistas, mayoritariamente anti-Evo. La empresa brasileña, con el aval de un sector del gobierno de Lula, critica a Morales por pretender aplicar la estrategia que Chávez suele usar con las petroleras extranjeras que explotan el crudo venezolano (las obliga a asociarse a la estatal Pdvsa para que el Estado obtenga una parte de las ganancias). En el caso de la brasileña EBX ocurre algo parecido. El gobierno de Evo la acusó de no estar cumpliendo con las leyes bolivianas y de contaminar la zona. Luego la conminó a entregar parte de las acciones al Estado.

Estas diferencias habían generado un clima previo de evidente tensión entre Kirchner y Lula con Chávez. El propio Chávez lo reconoció en su conferencia de prensa. “Si alguna reserva pudo haber quedado, y causó alguna suspicacia, con la buena reunión de hoy eso quedó a vuelta de página”, contestó cuando le preguntaron por la cita en Asunción con el boliviano Morales, el uruguayo Tabaré Vázquez y el paraguayo Nicanor Duarte Frutos (ver página 4).

Debatir y discutir

No pareció ninguna casualidad que Chávez eligiera las mismas palabras que Amorim. Cuando habló de su charla con Lula y Kirchner, dijo que es bueno “debatir y discutir”. “Les dije lo que estoy pensando últimamente. Que en la región estamos en el epicentro de un terremoto político. Pero que por sobre todo hay que mantener la unidad”, aseguró. Aunque no trascendieron los motivos del debate, Página/12 pudo identificarlos por fuentes confiables. Los temas que generaron un respetuoso intercambio de opiniones fueron justamente la asistencia que Venezuela le está prestando a Evo Morales, que genera broncas por el lado de Brasil (anteayer, el diario O Globo aseguró que funcionarios de Pdvsa están asesorando a Morales en el “ataque” a las inversiones brasileñas, especialmente Petrobras), y una supuesta colaboración de Venezuela para ayudar a los países chicos frente al tándem Argentina-Brasil.

En el primer caso, los brasileños se quejan porque los consejos de Chávez a Morales están afectando sus intereses y, piensan, hasta podrían sumar un problema más a la peliaguda campaña electoral de Lula. (Una medida que suene a estatización daría argumentos al sector industrial de San Pablo para cargar contra el líder del PT, quien se vería entre la espada y la pared, porque tendría que optar entre defender los intereses económicos de los industriales paulistas o mantener una posición de solidaridad con Bolivia.) En el segundo ítem, motivado por la foto de la semana pasada en Asunción, el enojo es compartido por la Argentina y Brasil. Para la Rosada, la presencia de Chávez en aquella reunión convocada por el presidente uruguayo resultó algo contradictoria por la posibilidad cierta de que Uruguay firme un TLC con Estados Unidos.

Chávez es un feroz crítico de los tratados de libre comercio con Washington. Los suele llamar “alquitas”, como una versión menor del ALCA. Ayer le preguntaron qué haría Venezuela –que se retiró de la Comunidad Andina de Naciones porque Perú y Colombia firmaron sendos TLCs con el gobierno de George Bush– si un país del Mercosur firmaba un tratado de libre comercio con Estados Unidos. La respuesta del venezolano fue contundente. “Si lo firman tendrán que salir del Mercosur. Si un país firma un TLC con Estados Unidos deberá salir del Mercosur. Es como un divorcio. Cuando te enamoras de otra mujer, tienes que dejar a la tuya”, ilustró con una metáfora que hizo reír a varios, incluso a su canciller, Alí Rodríguez. Pero la broma privada no terminó con la sensación que quedó en el aire: como ya había dicho el brasileño Amorim, Chávez estaba mandando un mensaje a Montevideo.

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