EL PAíS › OPINION

El Día de la Justicia Social

Por Osvaldo Mércuri *

“Yo sabía que había pobres y que había ricos, y sabía que los pobres eran más que los ricos (...) Me faltaba, todavía, conocer la tercera dimensión de la injusticia. Un día oí de labios de un hombre de trabajo que había pobres porque los ricos eran demasiado ricos y aquella revelación me produjo una impresión muy fuerte. Más que creer en el razonamiento, sentí que era verdad”.

El testimonio, publicado en el libro Evita de Marysa Navarro –acaso su mejor y más fiel biógrafa– podría ser algo así como la punta de un ovillo que, desenredado, lleve al origen mismo del compromiso de Eva Perón con el Pueblo. De todas maneras, más allá de cuál haya sido el instante en el que la llama de la pasión social se encendió en Evita, hoy, cuando los argentinos conmemoramos el 83º aniversario de su nacimiento en un país roto, desmoralizado, prisionero en su propia crisis, se hace imprescindible rescatar algunos de los momentos de la historia y la personalidad de Eva Duarte de Perón para, desde ese ejemplo, recuperar valores fundamentales como la solidaridad y la entrega sin retaceos.
Perón y Evita se conocieron en un festival organizado para recaudar fondos para los refugiados del terremoto de San Juan. Unos días antes, ella –que ya era una actriz reconocida– había recorrido las calles de Buenos Aires portando una alcancía de la colecta destinada también a ayudar a los afectados por el terremoto.
Años después, confesaría “He aprendido en el dolor de cada día, que es la escuela de los sencillos. Conozco la crudeza de esperar. Sé de la angustia de ver pospuesta una aspiración; y la certidumbre de poder abarcar ahora todo aquello que veía remoto e inaccesible me hace ser modesta ante las cosas”.
Pero esta no era sólo una visión, sino que constituía una actitud de vida. Trabajadora incansable, llegaba temprano a su despacho de la Secretaría de Trabajo y muchas veces la medianoche la encontraba separando y embolsando la mercadería que le enviaban como donaciones.
A partir de esta tarea nace la idea de crear la Fundación que ella misma dirigía y que, además de la asistencia social directa concretada en el reparto de libros, ropa y juguetes –que alcanzaban a los 3 millones de unidades anuales–, dejó cuatro policlínicos modelo, seis hogares de ancianos, tres hogares de tránsito, una veintena de hogares-escuela, ciudades universitarias en Córdoba y Mendoza, un comedor universitario en La Plata, complejos para turismo social en Río Tercero y Chapadmalal y la República de los Niños en Gonnet.
Sin embargo, nada le impedía continuar con sus “tardes de ayuda social” en las que recibía a gentes del Pueblo que le llevaban sus problemas y necesidades. “Las audiencias con los pobres son mis descansos en la mitad de muchas jornadas agotadoras”, solía responder cuando algún colaborador le pedía que se tomara un respiro.
Por eso, y a pesar de todos los homenajes y demostraciones, la dimensión de su figura, el tamaño de su entrega merecen un nuevo reconocimiento. El 7 de mayo de 1919 nacía Eva Duarte. Porque así lo siento; porque sé que así lo siente la mayoría del pueblo argentino. Porque sabemos que de esa forma se proyecta la figura de Evita a nivel mundial es que he presentado un proyecto de ley para que se declare al 7 de mayo como Día de la Justicia Social. Ella se merece este y otros homenajes. Porque en el pueblo, todavía, “se siente, se siente, que Evita está presente”.

* Presidente de la Cámara de Diputados bonaerense.

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