EL PAíS › LAS PALABRAS Y LAS COSAS DE UN ARTISTA POPULAR

“Defiendo el ocio no creativo”

- Literatura: “En mi casa había libros porque mi madre era muy lectora. Por gusto leía ella. De todo. Yo estaba enganchado con la colección infaltable, la Robin Hood. Hasta que un día agarré un libro de los que leía mi madre, uno de Huxley. No me acuerdo si era Un mundo feliz o Contrapunto. Entonces me di cuenta de que ahí había otra cosa. Después, Viñas. Dar la cara creo que fue lo primero que leí de Viñas. Toda una revelación fue: los personajes puteaban como mi viejo, hablaban como nosotros. Entonces me sentí interpretado. Y eso era válido: reflejar el alrededor era válido”.

- Inodoro Pereyra: “Al principio era más heroico. Ahora pretende ser heroico, pero siempre termina en el fracaso. No en el ridículo total, no me gustaría que el personaje cayera en eso, pero las cosas le salen mal. Es un antihéroe: a veces reacciona bien, otras mal, como cualquiera de nosotros. Eso le da una complejidad al personaje, porque los héroes siempre reaccionan igual y terminan ganadores, a mí eso nunca me atrajo”.

- Boogie el aceitoso: “Si no quisiera a Boogie, no podría haberlo hecho. Es la antítesis mía, o será que en un rincón del corazón yo querría tener esa impunidad, ese manejo de la violencia y esa capacidad física de Boogie. La pureza de los superhéroes siempre me hinchó las pelotas. Los villanos son mucho más atractivos. Y, si bien Boogie es inescrupuloso, también tiene un grado de sutileza. No será un intelectual, pero...”

- La mesa de los galanes: “La mesa de los galanes es un recreo después de laburar, al menos para mí. Yo voy a eso de las ocho, hasta las nueve y pico. Tomamos algo, charlamos, una vez al mes nos juntamos para cenar. Hablamos un rato al pedo... Me parece una costumbre muy sana. No es mi intención alimentarme de eso para los chistes. Siempre digo que defiendo el ocio no creativo. Porque todos defienden el ocio creativo, dejame de joder, si yo estoy laburando más de siete horas, encima querés que uno saque algo eficiente también en el momento de recreo. Ahora, por ahí aparecen cosas, pero no es la intención primaria. La intención primaria es pasarla bien hablando boludeces, sin prestar demasiada atención. Eso sí, en mis cuentos sobre cafés o bares, a veces me digo ‘bueno, este personaje va a hablar de modo Fulanito’, que es uno de la mesa (de los galanes). O ‘hagamos una mezcla de Fulano y Mengano’. A tal punto de que estos delincuentes querían compartir el derecho de autor... Y yo les digo que se vayan a laburar al puerto”.

- Rosario: “Rosario es una ciudad como tantas, pero para mi gusto es muy vivible. Tiene una escala bastante humana. Un millón de habitantes es una cantidad manejable y al mismo tiempo garantiza un cierto espesor. No es una ciudad turística. Es una ciudad que no tiene mar, ni montaña ni vida nocturna. Pero a mí me resulta muy confortable para vivir. Yo no sé si Rosario produce culturalmente tanto como a veces se percibe desde afuera, desde Buenos Aires, por ejemplo. Pero las veces que me preguntan sobre el movimiento cultural yo, medio en joda medio en serio, digo que en Rosario no hay otra cosa para hacer. Las ciudades turísticas tienen la energía puesta en el turismo; yo siempre repito la misma pregunta, ¿cuántos escritores dio Las Vegas? Acá el que escribe, escribe; el que dibuja, dibuja; el que toca la guitarra, toca la guitarra. No hay muchas otras opciones. La oferta es a nivel humano. Por eso, cuando el rosarino habla de Rosario siempre da nombres y apellidos. El Che, aunque el Che haya estado aquí dos o tres meses. O Fito Páez, Olmedo y el Gato Barbieri... O bien las minas. ¡Las minas! Ese es un dato ostensible”.

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