EL PAíS

La lógica del territorio

 Por Mario Wainfeld

Alberto Balestrini será compañero de fórmula de Daniel Scioli. El actual presidente de la Cámara de Diputados aceptó ayer “ese puesto de lucha”, una caracterización un poco beligerante para los tiempos pacíficos que corren y para las prerrogativas a las que accedería, si ganara la elección (ver asimismo página 7).

Cuando Néstor Kirchner sacó de la galera la nominación de Scioli auguró ante acólitos sorprendidos que el sentido de su acción se entendería cuando se conocieran la fórmula, las listas de diputados nacionales y el gabinete del ahora vicepresidente. Ya colocado el dirigente matancero, la fórmula refleja una pobre cosecha del kirchnerismo en la provincia tras la avasallante victoria de Cristina Fernández de Kirchner contra Hilda González de Duhalde en 2005. Son dos dirigentes de la vieja política, sí que aureolados por su adscripción al Frente para la Victoria (FPV).

El Presidente dejó de lado alternativas más exigentes para Scioli, que este rehusaba. Graciela Ocaña no pasó de ser un prospecto imposible. Carlos Kunkel, a quien el candidato juzgaba un comisario político, se mancó luego. El senador José Pampuro, de similar trayectoria que la de Balestrini, no tiene peso territorial. Y el canciller Jorge Taiana le hacía brotar urticaria ideológica a Scioli. Quizá también se lo excluyó de la contienda para que integre el gabinete de Cristina Kirchner.

Ex intendente, fogueado en los códigos y la praxis del peronismo bonaerense, principal dirigente de un distrito más poblado que muchas provincias, Balestrini es una salida práctica, una conjunción entre los deseos y los intereses de Kirchner y de Scioli.

Un dato digno de mención para interpretar la fumata blanca es que el peso político relativo de Scioli ha crecido desde el año pasado, pari passu con los traspiés del Gobierno durante 2007. Su potencial electoral lo transforman en un factor clave para que Cristina gane en primera vuelta y eso se hace sentir.

El cierre de la fórmula confirma que a esta altura de su desarrollo el FPV no constituye una alternativa superadora del peronismo sino una línea que prevalece en su interna. Ese estadio, magro para las expectativas que insufló el kirchnerismo a partir de su convalidación en las urnas hace dos años, acompañará a quien ejerza desde diciembre la presidencia. En ese esquema quedantista, cobra importancia singular la elección en Santa Fe. Si gana Hermes Binner lastimará la enorme capacidad de subsistencia de la dirigencia peronista y ampliará las posibilidades de nuevos alineamientos dentro del reformismo propio de la democracia. Si el médico socialista es vencido, menuda tarea tendrá quien quiera impulsar un proyecto de renovación de la política trascendiendo al peronismo, así se llame Néstor Kirchner.

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