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Gestos

 Por Horacio Verbitsky

La visita del Secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone es religiosa y no de Estado. El gobierno ofreció los aparatos de la flota presidencial para sus traslados dentro del país, pero el Vaticano prefirió utilizar el avión que le ofrecieron los empresarios aeronáuticos Emilio Noseda y Eduardo Eurnekian y el helicóptero que puso a su disposición Alejandro Roemmers. Noseda alojó a Bertone en su casa en 2005, cuando era arzobispo de Génova, porque el nuncio Bernardini no lo invitó a su palacio de la avenida Alvear. Entre las decisiones de Bertone en su primer año como secretario de Estado estuvo la remoción del segundo de ese dicasterio, el obispo argentino Leonardo Sandri, quien fue promovido a cardenal pero confinado a la prefectura de la Congregación para las Iglesias Orientales, un cargo de escasa significación política. También fue ascendido el ex presidente de la Iglesia argentina Estanislao Karlic, el único de los siete teólogos que trabajaron en la actualización del catecismo que aún no había recibido esa distinción. Karlic retribuyó con amabilidad a la nota de congratulaciones que le enviaron Kirchner y CFK. Sandri ni contestó. Durante la década pasada fue el artífice de la relación especial del papado con el gobierno argentino de Carlos Menem. Durante su encuentro de ayer con Scioli, Bertone abogó por el diálogo entre el Episcopado y el gobierno. Pero el viernes, durante la Asamblea Episcopal, instó a sus integrantes a preservar la identidad cristiana del pueblo argentino. Cada vez más, ambas proposiciones se revelan incompatibles. La identificación entre catolicismo y nacionalidad es el camino seguro para una difícil relación con el poder político, que reconoce la pluralidad y diversidad de opciones en la sociedad.

Bertone es miembro de la orden de San Francisco de Sales, en cuyo seno fue bautizado, estudió y murió Ceferino Namuncurá. Pero habría bastado para beatificarlo con la presencia del superior salesiano y del presidente de la Congregación para los Santos, como es lo usual en estos casos. Por eso la Iglesia Católica presenta su viaje como un gesto hacia la Argentina. El mismo sentido intentó darle el Episcopado local a la carta protocolar de buenos deseos enviada luego de las elecciones de octubre a la presidenta electa CFK, que el propio cuerpo episcopal hizo trascender a la prensa. Sus voceros se declararon complacidos por la última declaración de la campaña proselitista, que interpretaron a su gusto. La entonces candidata dijo que su posición personal era adversa al aborto, pero también agregó: “No creo que nadie esté a favor del aborto. Tengo mucho respeto por la opinión de los otros. No creo que los que abogan por la despenalización del aborto estén por el aborto, sería una reducción”.

Ni CFK ni el presidente Néstor Kirchner tienen previsto asistir a la ceremonia religiosa de hoy. La máxima autoridad argentina será el vicepresidente Daniel Scioli, quien fue autorizado por el Poder Ejecutivo a recibir a Bertone en el Senado. También estarán en Chimpay el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el secretario de Obras Públicas, José López, quien sufraga las reparaciones eclesiásticas, desde la vereda de la Nunciatura hasta la basílica de Luján.

Bertone será recibido el miércoles, a su pedido, por el presidente. Es improbable que vayan más allá de un saludo protocolar, ya que Bertone estará acompañado por su secretario privado y por el nuncio Adriano Bernardini y Kirchner por el canciller Jorge Taiana, el secretario de Culto y, tal vez, los ministros Alberto y Aníbal Fernández y la presidenta electa. Algunos funcionarios eclesiásticos expresaron el deseo de que antes de terminar su mandato, Kirchner recibiera al presidente de la Iglesia argentina, Jorge Bergoglio. El Gobierno respondió que para que eso ocurra, el Episcopado debería solicitar la audiencia, cosa a la que Bergoglio se niega. Golpeado por las cifras electorales de octubre, en la elección general pero también en distritos en los que había hecho apuestas fuertes, como Santa Cruz, Bergoglio responsabiliza del fracaso en encuentros privados a los candidatos de la Coalición Cívica Libertadora. Si Bergoglio quisiera sumarse a la comitiva de Bertone el miércoles, el Gobierno no pondría ninguna objeción. Una vez más, de él depende.

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