EL PAíS

Dos miradas sobre la ruptura

GABRIEL PURICELLI *

“Razonable y oportuna”

A la Coalición Cívica hay que caracterizarla no sólo como una estrategia electoral, sino también como la vía de escape que encuentra un liderazgo con muchos problemas para funcionar bajo las reglas de los partidos en democracia. Para Elisa Carrió, la CC surgió como la posibilidad de una fuga hacia adelante respecto de las restricciones que le imponía el funcionamiento partidario del ARI. En segundo lugar, Carrió desarrolla una operación electoral que, aunque es presentada como un éxito respecto de sus resultados en 2005, se basa en la interpelación a un sector social muy diferente al que se había dirigido antes. Además, se benefició del derrumbe de López Murphy y de que Macri no se haya presentado en las elecciones. Pero lo hace dejando vacante a casi todo el centroizquierda, que entonces encuentra expresión en el oficialismo y en otros sectores menores. En este sentido, la ruptura de este grupo del ARI parece razonable y oportuna: no solamente porque no están de acuerdo con el giro hacia el centroderecha de Carrió, ni con su clivaje gorilas versus peronistas, sino porque este sector del ARI puede articularse con espacios como el de Claudio Lozano, Luis Juez en Córdoba, Víctor De Gennaro y otros. Toda esa constelación tiene posibilidades de expresarse electoralmente, por lo que el momento más adecuado para plantear una ruptura es ahora y no dos semanas antes de las elecciones.

¿Esta ruptura puede afectar a la Coalición Cívica como fuerza opositora? Por ahora no. Como Lavagna fracasa en representar a los moderadamente disconformes con el kirchnerismo, Carrió tiene razonables chances de construir un consenso con sectores de las pequeñas y medianas burguesías. Obviamente, estaría compensando del centro a la derecha lo que estaría perdiendo del centro a la izquierda.

* Sociólogo, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas.


JORGE MAYER *

“No hay estructura”

La tensión dentro de la Coalición Cívica era previsible porque el ARI nunca se democratizó ni desarrolló una vida institucional estable, con elecciones internas. Al formarse la Coalición Cívica, el ARI entró como una parte más, arrastrando cierto malestar entre sus dirigentes ya desde el acuerdo de Elisa Carrió con Jorge Telerman para las elecciones porteñas. Esta crisis era esperable desde que Carrió decide licuar al ARI dentro de una formación más amplia como la CC, que nadie eligió. Desde el punto de vista de la vida política interna, Carrió siempre ha tenido actitudes autoritarias: los vicios que ella atribuye a la vieja política también los lleva consigo. Su liderazgo funciona sin estructuras partidarias. La tensión se produce ahora con gente que venía haciendo política con ella desde hace años y que ve que el círculo íntimo de Carrió se llenó de extrapartidarios. Maffei, Macaluse y los demás se ven desplazados del grupo de los favoritos, un grupo que va cambiando, justamente, porque no hay estructura partidaria. En definitiva, es una puja por ver quiénes entran en ese círculo íntimo porque ahí es donde se definen las expectativas políticas.

Todo este proceso a la CC le puede hacer mella, en especial porque quienes han tenido actividad política permanente son precisamente los que hoy están protestando y que, posiblemente, terminen integrando otra construcción política. En este sentido, Carrió no parece muy consciente de que el voto que sacó en las elecciones fue en un 30 por ciento propio y el resto fue un voto puramente estratégico, que se definió en los días previos a la elección, en un intento de los centros urbanos por ir a una segunda vuelta y condicionar el poder K. Es un error creer que ella sea la principal fuerza de oposición. Su debilidad es que no tiene una construcción política sólida.

* Director de la carrera de Ciencia Política (UBA).

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