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El Banco del Sur, un proyecto que marca el cambio en el continente

Seis presidentes lanzaron ayer la entidad financiera regional que se propone como alternativa al FMI y el Banco Mundial. Tabaré Vázquez firma hoy. Los objetivos y riesgos del emprendimiento. Lo que resta para que se ponga en marcha.

 Por David Cufré

“El Banco del Sur es el comienzo de lo que podemos hacer”, describió Nicanor Duarte Frutos, presidente de Paraguay, en el acto de lanzamiento de la entidad financiera regional. Fue anoche, en el Salón Blanco de la Casa Rosada, con Néstor Kirchner y Cristina Fernández como anfitriones. Además del paraguayo, estaban los mandatarios de Brasil, Lula da Silva; Venezuela, Hugo Chávez; Bolivia, Evo Morales, y Ecuador, Rafael Correa. El único ausente –con aviso– resultó el uruguayo Tabaré Vázquez, que recién hoy sumará su firma al acta fundacional del organismo de crédito. En un encuentro cargado de elogios cruzados, la silla que dejó vacía fue una demostración patente del deterioro de la relación con Argentina. “Es la primera vez que los países sudamericanos tenemos en nuestras manos el manejo de una institución financiera de este tipo”, ensalzó Lula, antes de que Chávez hablara de “emancipación financiera” y Correa exhortara a los siete socios a repatriar los 250.000 millones de dólares de sus reservas internacionales que entre todos tienen invertidos en los países centrales para apalancar el desarrollo regional.

A la firma del acta fundacional le sigue una etapa ardua. Los ministros de Economía y Hacienda de los siete países deberán resolver en los próximos 60 días una batería de cuestiones operativas esenciales, que le darán al banco su perfil definitivo. Lo primero será determinar cuánto aportará cada país y cuál será el capital inicial de la entidad. En las negociaciones previas se barajaron distintas alternativas, que van de los 6000 a los 10.000 millones de dólares. El número que terminó quedando más firme fue el de 7000 millones, pero aún no es definitivo. Argentina, Brasil y Venezuela integrarían más del 50 por ciento de esa suma, aunque se fijaría un cronograma de cinco o más años para completar los desembolsos.

En las reuniones de los próximos dos meses también habrá que resolver qué proporción de los montos prestables recibirá cada país, en qué medida eso estará atado a lo que hayan aportado para el funcionamiento del banco y cuántos funcionarios enviará cada nación a los organismos clave de selección de proyectos a financiar y análisis sobre la viabilidad de esas iniciativas. Hasta ahora se resolvió que el organismo máximo de decisión será un Consejo de Administración integrado por los ministros de Hacienda y Economía, dentro del cual cada país tendrá derecho a un voto. Pero ese cuerpo recibirá las recomendaciones de oficinas técnicas que harán una primera elección de los proyectos.

La sede principal del banco estará en Caracas y habrá otras dos subsedes en Buenos Aires y La Paz. Los socios todavía tienen que elegir quién será el primer presidente. Hay buenas posibilidades de que sea un argentino, mientras que la segunda alternativa es que la responsabilidad recaiga en algún representante de uno de los países chicos. Es decir, no sería ni un brasileño ni un venezolano.

A partir de que empiece a operar, supuestamente en dos meses, el Banco del Sur deberá probar que es un instrumento útil para financiar el desarrollo de la región y no una mera estructura burocrática. Pero ése es un desafío para más adelante. Lo concreto a esta altura es que la creación de la entidad refleja mejor que nada el cambio de época en materia económica. Así como los ’90 estuvieron marcados por el Consenso de Washington y la recepción acrítica de esas recetas por parte de la mayoría de los países de América latina, con el FMI como omnipresente instructor, esta etapa muestra que la región busca recuperar autonomía en la toma de decisiones. La acumulación de reservas en sus bancos centrales es parte del mismo proceso y otro ejemplo de cómo estas naciones empezaron a imaginar soluciones desde adentro, luego de comprobar que los organismos de crédito internacionales llevaron a una agudización de los problemas con sus constantes condicionamientos.

Uno de los objetivos del Banco del Sur es tender al equilibrio regional, que los países más pobres y con mayores debilidades en materia de infraestructura puedan dar un salto en su desarrollo. La entidad deberá aportar financiamiento para esa misión. El ministro de Hacienda de Bolivia, Luis Arce, mencionó que su país necesita fondos para hacer crecer a la petrolera estatal YPFB, a las compañías mineras y otros proyectos energéticos. “Para nosotros es una esperanza y una oportunidad, ya que al haber recibido condonaciones de deuda, las puertas están cerradas para acceder a créditos de mercado de largo plazo”, destacó. “La entidad financiera será de gran ayuda para la región. Ya no habrá dependencia de organismos internacionales para la obtención de créditos para la producción”, agregó el senador paraguayo Alfonso González, presidente del Parlamento del Mercosur.

A diferencia de los bancos de desarrollo nacionales, como el BNDS en Brasil, el Banco del Sur no orientará sus préstamos directamente a empresas, sino que financiará proyectos presentados por los países. Después, cada nación reorientará los recursos como mejor le parezca. Argentina podría pedir apoyo para expandir sus empresas tecnológicas. Los proyectos financiables deberán estar orientados al desarrollo productivo, a la infraestructura y a la acción social. El presidente de Bolivia, Evo Morales, señaló que el banco también daría créditos a empresas públicas y empresas sociales.

Una cuestión central es que el recupero de los créditos sea efectivo. Si los países no cancelan los créditos en tiempo y forma, la entidad irá perdiendo peso y capacidad prestable. La apuesta es a consolidar el crecimiento de las economías, haciendo base en la infraestructura, en la expansión de los aparatos productivos y en la cohesión social. “Tenemos que terminar con la dependencia financiera”, resumió el ecuatoriano Correa. “Viene un tiempo en el que tenemos mucho por hacer”, arengó.

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Los presidentes destacaron la importancia del proyecto como instrumento de desarrollo regional.
 
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