EL PAíS › TRES ASESINATOS EN TRES MESES

Balas sospechosas

Finalizada la campaña electoral, todas las disputas gremiales quedaron en primer plano. En los últimos tres meses las balas le pusieron fin a la vida de tres gremialistas. Casos policiales en los que nada parece un accidente. En todos ellos, los familiares no creyeron las elementales hipótesis que explicaban los hechos como un suicidio o un caso de inseguridad ciudadana. El dinero y las internas sindicales son los elementos en común.

- Taxi Libre. Horacio Viviani integraba la comisión directiva de la obra social de los taxistas, gremio que dirige su hermano Omar. El 11 de septiembre fue hallado muerto de un balazo dentro de su Renault Clio gris. El automóvil estaba estacionado frente a su casa en Parque Chacabuco. Desde un primer momento, el gremio no tuvo dudas de que se trató de un suicidio. Marcela Ríos, mujer del gremialista, abonó a la teoría del asesinato. Recordó que había sido amenazado y aseguró que Horacio no tenía el perfil depresivo que suele caracterizar a los suicidas. La policía descartó que la muerte estuviera motivada por peleas gremiales y trabaja sobre la hipótesis del suicidio.

- Otro ladrillo en la pared. El primero de octubre, Mario Orellana transitaba con una camioneta cuatro por cuatro por la localidad de Mariano Acosta, en el partido de Merlo. Orellana era el protesorero del sindicato de ladrilleros de La Matanza. Antes de su asesinato denunció judicialmente haber recibido amenazas provenientes de otro sector interno del gremio.

- Un camión de sospechas. Para el titular de los camioneros, Hugo Moyano, el tesorero del gremio, Abel Berioz, fue víctima de la inseguridad. Beroiz fue asesinado en la playa de estacionamiento del Automóvil Club Argentino de Rosario. A las trompadas limpias Berioz se defendió del ataque de los dos jóvenes que lo avanzaron cuando estaba por subirse al automóvil Volkswagen Passat con el que se movilizaba. No le robaron ninguna pertenencia. Junto al vehículo encontraron un reloj que pertenecía a los atacantes y un sobre con la foto Beroiz. La fotografía, con la que los atacantes identificaron al sindicalista, lleva a pensar que se trató de un crimen por encargo. Para el magistrado, esto no indica que se trate de una interna gremial o política. En la foto, el estómago y el corazón de Berioz aparecen marcados con pintura roja. Esto lleva al juez a señalar que se trata de “un crimen sectario o mafioso”.

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