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El fallo de la Corte Suprema que declaró inconstitucional parte de la ley que regula la actividad sindical abrió interesantes debates e interpretaciones en el mundo blogger. Una muestra: “El sindicalismo moderno necesita instituciones poderosas”, advirtió Abel B. Fernández en abelfer.wordpress.com. Tras la caída de Perón, “para bien y para mal, todo sindicalista que quiere construir poder, para él y para su organización, debe construir poder económico –señaló–. Ongaro, Tosco, pudieron pensar que la Revolución reemplazaría esta lógica. Los muchachos del PO pueden seguir fantaseando con ello... hasta que toman la manija de algún gremio o aparato estudiantil. Luego la aplican a rajatabla. Esta es la pelea real. El fallo de la Corte crea una nueva situación, de la que todavía tenemos que ver su desarrollo. El problema político son los argentinos de buena voluntad –en su mayoría en la clase media no sindicalizada– que creen que la disputa por el poder se da entre idealistas y corruptos, las almas blancas de las que hablaba Sartre. Y, también, los que aceptamos todo porque es ‘de nuestro lado’. El sindicalismo argentino –el peronista (mayoritario) y el otro– tiene falencias muy graves, y sus dirigentes deben responder ante la sociedad. Pero su primera obligación es construir instituciones poderosas. Y eso, en el mundo en que vivimos, significa contar con recursos económicos y mantenerse unidos”.

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