Usted que integró el gabinete de Kirchner y ahora el de Cristina Fernández, ¿qué diferencias encuentra en el ejercicio de poder de cada uno de ellos?

–En líneas generales uno se encuentra con un hombre y una mujer de Estado. Son gente con experiencia en el manejo del Estado. En el caso de Kirchner más directo, en el caso de Cristina, como la esposa de un hombre que manejó un estado provincial durante mucho tiempo y después a su vez como integrante de otro poder en papeles muy destacados. Cristina conoce mucho los temas, es muy estudiosa, sabe los detalles, parte de la base de tener ideas claras al igual que Kirchner. No diría que son totalmente diferentes, no participo de los disparates que se publican diciendo que el ex presidente toma las decisiones y Cristina simplemente las ejecuta. Ella es una mujer con carácter, con conocimiento, con capacidad de decisión total. Me parece una cosa miserable por lo falsa, por lo mentiroso.

–También se empezó a hablar del poskirchnerismo y se dijo que usted forma parte de ese sector.

–Esa es una canallada absurda. Es un nefasto antecedente que se pueda hablar de personas que ocupan gobernaciones, ministerios, no se los consulte y se los coloque en corrientes que no existen. Estamos transitando en un momento difícil para la Argentina –porque es difícil para el mundo– un gobierno con mucha convicción. Si uno no estuviera con esta convicción, no estaríamos en el Gobierno. Cualquier persona con dignidad, si no tiene esa convicción se va y si no la Presidenta podría invitarlo a pedirle la renuncia. Hay sectores interesados en hablar del poskirchnerismo. Estamos transitando el kirchnerismo en pleno ejercicio de las funciones de la Presidenta de la Nación.

–Cuando Kirchner asumió la presidencia del PJ, Graciela Ocaña, que como usted, proviene de los sectores ajenos a la estructura, señaló que esa decisión empobrecía el proceso de la transversalidad, ¿usted cómo lo analiza?

–Que Kirchner sea el presidente del Partido Justicialista no achica el espacio. Pudo haber necesidades tácticas, coyunturales, que le hayan hecho pensar que era mejor que manejara este proceso desde la presidencia del partido mayoritario de la Argentina. Me parece muy razonable y rescato que haga una convocatoria amplia. Creo en la necesidad de que haya otras fuerzas, que el espacio que conduzca este proceso sea lo más amplio, plural, porque eso le va a dar más solidez a los cambios que necesitamos producir. Los primeros años de la gestión siempre tratan de resolver los problemas más urgentes, después hay que asegurar la distribución del ingreso, que la Presidenta lo ha puesto como uno de los ejes de su gestión. Ahí hay que hilar más fino y requiere de mucha amplitud de apoyos, porque esos procesos que tocan intereses siempre son complejos.