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Los intereses sectoriales

 Por Horacio Verbitsky

El 11 de noviembre de 1976, la revista Criterio publicó un comentario titulado “Los intereses sectoriales”. Su director era el entonces sacerdote católico y hoy cardenal Jorge Mejía, quien junto con los obispos Oscar Justo Laguna, Alcides Jorge Pedro Casaretto, y Emilio Bianchi di Cárcano formaba el núcleo íntimo del nuncio Pio Laghi y del cardenal Eduardo Pironio. Creada por el Episcopado en la década de 1920 como órgano semioficial y devenida desde mediados de la década de 1950 en vocero del catolicismo liberal, Criterio tenía un consejo de redacción que integraban, entre otros Carlos Floria, Natalio Botana, Fermín Fevre y el sacerdote jesuita Raffy Braun Cantilo. Con el paso de 33 años el comentario no ha perdido interés, sino todo lo contrario. El repetitivo comportamiento de ciertos sectores hacía pensar a su autor que los males del país tenían fuentes “más profundas que las que se pueden reformar con un mero cambio de régimen político o de estructuras económico-sociales”. Recordaba que durante el derrocado gobierno de Isabel Perón las exigencias laborales hacían imposible “ejecutar una política económica coherente”, mientras el sector patronal, “especialmente el agropecuario lamentaba su escasa participación en las decisiones económicas y alegaba su empobrecimiento”. Pero a partir del 24 de marzo de 1976 fue el sector sindical el que no pudo desarrollar su acción gremial, los principales sindicatos fueron intervenidos, el derecho de huelga prohibido “y el sector obrero es el que alega su empobrecimiento”. También estaba intervenida buena parte de las asociaciones de empresarios. “Sin embargo, las cosas no son así en lo que se refiere al sector agropecuario, que en pocos meses ha visto espectacularmente revertida su situación económica, y conseguidos casi todos los objetivos importantes que se habían propuesto sus entidades representativas en materia de precios, comercialización, bloqueo del impuesto a la renta potencial y cuestiones similares. Es también notoria la participación que les toca a sus dirigentes en las decisiones concernientes a su sector. No obstante, esto no parece suficiente a algunos de sus dirigentes que militan en la Carbap que, con motivo de la situación de la Corporación Argentina de Productores han encontrado la manera de expresar estentóreamente su descontento y de acosar con declaraciones y presiones a funcionarios que se supone están lejos de mostrarse incomprensivos con el sector”. Concluye Criterio: “Una vez más la fuerza de los intereses sectoriales lleva a que sea imposible satisfacer las exigencias de grupos que, cualquiera sea la magnitud de lo que han conseguido, siempre piden algo más. Se trata de la actitud corporativa que no ve más allá de sus propias narices. Porque la búsqueda exclusiva de los objetivos sectoriales lleva a la autodestrucción, salvo que se pueda neutralizar totalmente a los demás. Y esto último todavía no lo ha conseguido nadie en la Argentina moderna”. Amén.

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