EL PAíS › LA MUJER DEL ASESINADO FORZA, ACUSADA POR EL FRAUDE CON MEDICAMENTOS

La viuda también quedó detenida

La fiscalía afirma que las escuchas telefónicas demuestran que Solange Bellone continuó con la provisión de medicamentos robados después del asesinato de su marido. El juez Oyarbide le tomaría hoy declaración indagatoria.

 Por I. H. y R. K.

Solange Bellone, la viuda de Sebastián Forza, fue detenida ayer en el marco de la causa por el fraude con medicamentos. El punto central de la imputación es que Forza y Bellone proveían medicamentos robados a la droguería San Javier, de Néstor Lorenzo, y esta última a La Bancaria. Pero, además, la droguería de Forza-Bellone participaba de la principal maniobra que hoy está comprobada: el armado de historias clínicas falsas, la provisión de tratamientos carísimos que en verdad no se proveían y que luego se le cobraban a la Administración de Programas Especiales (APE) de la Anses. El fiscal Luis Comparatore afirma que existen escuchas telefónicas que incriminan a la viuda y que, en verdad, ella no está retirada, sino que continúa con el negocio ilegal de su marido. Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina fueron asesinados en General Rodríguez en agosto de 2008, aunque según el fiscal que investiga esos homicidios, el móvil no fue el fraude con los medicamentos sino que los mismos que hacían negocios turbios en ese rubro se volcaron a proveer de efedrina a carteles mexicanos.

La joven, rubia y atractiva viuda terminó en la comisaría de Gurruchaga y Santa Fe, frente al Botánico, tras una noche en la que el juez Norberto Oyarbide ordenó varios allanamientos y detenciones. Todo indica que Bellone será indagada hoy por el magistrado. En la vivienda de Bellone se habrían encontrado facturas de ventas de medicamentos de Seacamp –la droguería suya y de Forza– a San Javier, la droguería de Lorenzo. Todo indica que los productos que figuran en esas facturas son robados, tanto de camiones como de programas del Estado de asistencia a enfermos de hemofilia, cáncer y HIV.

Los funcionarios del juzgado de Oyarbide se llevaron además la laptop de Bellone, que arrastra una larga historia en los allanamientos. Es que primero se la llevó la fiscal porteña Ana María Yacobucci, encargada de investigar el Triple Crimen en las primeras semanas, cuando la causa estaba en la Capital, porque allí se hizo la denuncia por la desaparición de los tres jóvenes. Después, la laptop fue secuestrada por Federico Faggionatto Márquez, juez federal de Campana-Zárate que investigaba la ruta de la efedrina. También el juez Ariel Lijo revisó la computadora a raíz de una causa relacionada con el fraude en la comercialización de medicamentos. Lijo dictó la falta de mérito de Solange Bellone porque consideró que, aunque era socia de su marido, esa sociedad era más bien formal y ella no jugaba ningún papel. Sin embargo, la Cámara Federal revocó la decisión de Lijo y procesó a Bellone. El expediente está ahora en manos de Oyarbide.

Recién cuando la viuda afronte la indagatoria, su defensor, Miguel Angel Pierri, tendrá acceso a la causa y, por lo tanto, verá las pruebas que existen en contra de ella. Ayer, el fiscal Comparatore aseguró que hay escuchas telefónicas que la comprometen, mientras que el juez reveló que los papeles encontrados en su domicilio son una prueba importante.

Bellone está en el medio de una especie de juego del gran bonete. Respecto de los medicamentos robados o adulterados, lo más probable es que se produzca la siguiente secuencia:

- Juan José Zanola dirá que no tiene nada que ver con eso, que La Bancaria le compraba los medicamentos a San Javier y que San Javier era una droguería autorizada. Por lo tanto, si hay productos robados o adulterados, la responsabilidad sería de San Javier, que es la que los comercializó.

- Néstor Lorenzo, el titular de San Javier, argumentará que tampoco él es responsable, que le compró los medicamentos a Seacamp y que no podía saber que eran robados o adulterados. En todo caso, la responsabilidad –dirá Lorenzo– deberá recaer en Sebastián Forza y Solange Bellone.

- Por último, el argumento de Bellone parece cantado: “Mi marido hacía todo, yo no me enteraba de nada. La sociedad estaba a nombre de los dos, pero yo no tenía ninguna actuación”, es lo que muy posiblemente dirá ante el juez.

Estos argumentos podrían servir para el caso de la provisión de medicamentos robados, pero no explicarían la maniobra central que hoy está probada en el expediente: el cobro fraudulento a la APE de tratamientos oncológicos o de HIV o de pacientes hemofílicos. Las droguerías jugaban un papel fundamental en esa maniobra porque para cobrarle a la APE había que presentar facturas del proveedor y troqueles –la parte del cartón con el código de barras– que, según la investigación, son falsos. En verdad nunca se le entregaron esos tratamientos a nadie: fueron medicamentos inexistentes para pacientes que no tenían ninguna enfermedad y que ni siquiera sabían que les estaban usando el nombre. El final de la maniobra era el cobro de enormes sumas al Estado.

Habrá que ver las evidencias que tiene Oyarbide y si puede probar que, en verdad, todos eran parte de una maniobra en la que participaban de manera consciente. Por ejemplo, Bellone declaró en algún momento que su marido y Zanola se vieron varias veces. Es posible que el magistrado tenga elementos para sostener que Zanola no podía desconocer en qué andaba Forza y que, por lo tanto, todos ellos participaban del delito.

La sorpresa la dio ayer el fiscal Comparatore, anunciando la existencia de escuchas que comprometen a Bellone. El fiscal asegura que lo que se percibe en los diálogos telefónicos –registrados en los últimos meses– es que ella seguía con el negocio ilegal de su marido. Pierri, el abogado de Bellone, afirma que ella no estaba ya en ninguna actividad relacionada con medicamentos y que, según sabe, no existen las escuchas comprometedoras. Igualmente, recién hoy podrá verificarlo en el expediente.

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La joven fue trasladada ayer a la comisaría de Gurruchaga y Santa Fe, frente al Botánico.
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