EL PAíS › CRíTICAS AL INSTITUTO QUE FORMA POLICíAS

Más cuartel que academia

 Por Gustavo Veiga

Dime la policía que formas y te diré cómo es. El gobierno porteño instituyó para los cadetes de la Metropolitana un régimen de connotaciones prusianas. Quienes aspiren a ingresar al Instituto de Seguridad Pública, según el Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires, serán instruidos bajo normas de “una policía antidemocrática, autoritaria, verticalista y totalmente alejada de la comunidad”, ya que se les inculcarán “principios propios de fuerzas militares que en nada se condicen con un cuerpo de seguridad”. La crítica se conoce después de que se publicaran en el boletín oficial dos capítulos del reglamento de la academia policial referidos al régimen interno para los cadetes y el régimen disciplinario para los estudiantes. El 8 de junio aparecieron contenidos en la resolución 23 del Instituto de Seguridad Pública, que firma su rector, Miguel Juan De Castillo, y que tomó como marco las leyes 2894 y 2895.

El Observatorio considera que las normas “establecen reglas para las sanciones disciplinarias que agravian derechos básicos en materia de empleo público y derecho de defensa”. El régimen policial dice que las infracciones previstas “se sancionan en principio, sin forma de juicio y por la sola autoridad del superior que sanciona”.

A su vez, el reglamento contiene disposiciones que “violan flagrantemente derechos constitucionales como la libertad e intimidad”, según la organización que ya formuló denuncias semejantes contra el gobierno de Mauricio Macri. Sobran ejemplos: estarán permitidas las relaciones sentimentales entre cadetes, siempre y cuando las mismas no interfieran en el servicio; deberán llevar cualquier relación de este tipo sólo de manera privada y madura, evitando demostraciones de afecto en público o dentro del Instituto que puedan generar percepciones equivocadas y perjudicar el buen orden y disciplina; no cultivarán amistad con personas de mala reputación o moralidad dudosa; el personal involucrado deberá poner en conocimiento del oficial Jefe de Compañía o Sección toda relación sentimental de la índole referenciada en los puntos anteriores.

Esas restricciones, para el Observatorio “son arbitrarias y por lo tanto discriminatorias. En definitiva, creemos, se trata de una instrucción más de cuartel que de academia”, sostiene el documento que difundió.

El reglamento, en lo que define como “Comportamiento general, presentación y aliño”, determina que los cadetes deben “saludar a los superiores luego de adoptar posición de firmes; hallándose en tránsito deben saludar reglamentariamente, deberán afeitarse diariamente en el horario que se asigne; concurrir a peluquería cuando resulte necesario”, entre otras normas de disciplina.

El gobierno porteño –agrega el Observatorio– parte de “una concepción errónea de la seguridad” porque la única forma de conducir democráticamente una fuerza “es con una sólida conducción política. No resultan eficaces para ningún fin de una seguridad en democracia este tipo de reglamentaciones sobre las nimiedades de la vida en un instituto educativo. El régimen establecido refuerza las características autorreferenciales de las policías, con reglas propias y excluyentes de las que rigen en la sociedad civil. Esto trae peligrosas consecuencias para la seguridad pública porque genera normas diferentes para cada sector, los aleja uno del otro y al momento de encontrarse en el espacio público, en lugar de facilitar la convivencia, la degradan”.

Los cuestionamientos al reglamento no se detienen ahí. El organismo de derechos humanos porteño afirma que “no parece dirigido a personal civil sino a futuros militares en países no democráticos”. Y completa con algunas muestras de la disciplina que se pretende imponer: “la presentación de un superior en el comedor obliga a quien estuviere a cargo a informar las novedades. Dará orden de ‘en el lugar atención’ y los cadetes permanecerán sentados en posición correcta, sin hacer otros movimientos. Si el Superior se dirige a un cadete en particular, éste adoptará posición de firme cuando no tenga alimentos en la boca. Al retirarse del comedor los cadetes se levantarán con cuidado y arrimarán la silla a la mesa procurando no hacer ruidos”.

Asimismo, los aspirantes a policías de la fuerza concebida a imagen y semejanza de Jorge “Fino” Palacios pueden ser sancionados por presentar recursos colectivos. Se consideran faltas graves: la disconformidad manifiesta por una orden general del servicio o de aquellas que le fueran impartidas por el superior; ingresar, tener/yo consumir drogas, estupefacientes y alcohol y mantener relaciones sexuales dentro del establecimiento educativo.

Por todo esto, el Observatorio concluye que “los reglamentos parecen piezas de museo de ejércitos del siglo XVIII. Dan cuenta de un orden militar, vertical y retrógrado que bordea lo absurdo”.

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