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Los huevos que venían con sello

 Por Carlos Rodríguez

Siempre se dijo que YPF era “la gallina de los huevos de oro”. Lo que no se sabe es que los trabajadores, cuando se instalaban en una zona, al abrirse un nuevo pozo, se disponían a quedarse allí por mucho tiempo. Armaban un campamento y para sentirse como en casa, se dedicaban a criar animales, conejos, gallinas, patos y otros ejemplares que, además de servir como entretenimiento, aportaban comidas nutritivas. “En Barriales Colorados, cerca de Loma de la Lata, un jefe de nombre Raúl criaba gallinas ponedoras y nosotros, como travesura, muchas veces le robábamos los huevos”, recuerda Miguel Montt. El problema vino cuando mandaron a recaudar huevos en forma clandestina a un operario joven y nuevito, en el trabajo y en cuestiones relacionadas con la chacra.

“Cuando le preguntamos si había dejado un huevo debajo de la gallina asaltada, para que ella recordara que tenía que seguir poniendo, el pibe nos dijo que no lo había hecho.” Entonces, le pidieron que fuera y fue. “Ya le puse un huevo”, confirmó. A las pocas horas el tal Raúl, dueño y señor de las gallinas ponedoras y de sus huevos, les comentó a todos en forma irónica: “Qué raro, las gallinas ponen ahora huevos con sello, como los que se venden en las proveedurías”. Habilidosas las ponedoras.

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