EL PAíS › LA PRESIDENTA RECORRIO LA EXPO QUE ARMARON CUATROCIENTOS EMPRESARIOS

Gran feria argentina en Angola

La muestra de productos fue muy amplia, desde ropa hasta alimentos, de maquinaria a electrodomésticos. CFK recorrió el predio, se sacó fotos y elogió a los empresarios. También al secretario Guillermo Moreno, organizador de la movida.

 Por Nora Veiras

Desde Luanda

“Vení, vamos acá.” Guillermo Moreno, el secretario de Comercio, guiaba a la Presidenta para mostrarle cada uno de los 150 stands de la feria que montaron los más de 400 empresarios que viajaron a Angola. “Esto es una muestra de lo que somos. No digo que somos los mejores, pero tenemos unas ganas...”, alentó Cristina Kirchner desde el centro del escenario de uno de los restaurantes que seducía con asado argentino. El recorrido de puestos expresaba la decisión de ofrecer todo: desde carteras y zapatos, pasando por maquinaria agrícola y vinos hasta trajes, computadoras, cocinas o planchas. Un gran mercado en el que el único límite es el interés por comprar y vender.

Alejandro Pedros, fabricante de la marca de planchas y MP4 Acegame, no podía casi hablar. En su mano atesoraba la cámara con la que se había sacado la foto. “La Presidenta vino, me dijo que estaba contenta de que haya planchas que se produzcan en el país”, repetía. “Estoy reemocionado, no puedo hablar.”

El desfile y el apretujamiento eran proporcionales a la insistencia de cada uno porque CFK pase a ver lo que habían hecho. “Yo a Moreno lo quería matar. Ahora me doy cuenta de que es como el matrimonio: un día lo amás y otro le querés romper la cabeza. Pero el tipo tiene razón, juntó a la tropa, se arremangó, acomodó cajas, máquinas. En 32 años en la empresa de viviendas industriales, nunca un gobierno pasó a ver qué hacía. Vine porque quería saber cuál era la realidad. Estoy contento, venda o no.” José Luis Such es de Comodoro Rivadavia y como todos los demás llegó a Luanda en el charter donde el secretario de Comercio desplegó el merchandising antiClarín. Sólo en un stand aparecieron los globos con la leyenda “Clarín miente”.

“Somos empresarios y buscamos resultados. Se habían hablado muchas cosas sobre Angola. En mi caso superó mis expectativas: hicimos la primera venta de la feria: un subsolador, una máquina para preparar el suelo para la siembra, y en tres semanas viajan a Buenos Aires para ver más”, explicaba Guillermo Abrate.

Entre las muchas cosas que se habían hablado quizá la más contundente parecía la denuncia sobre la inexistente fábrica de cosechadoras de Entre Ríos que vendería dieciocho máquinas a Angola. La cosechadora Maag Mitos se exponía al aire libre porque por su tamaño no entraba en el predio. “Tenemos una capacidad para fabricar dos máquinas por mes, el convenio de intención que se firmó es por tres años, cada máquina cuesta 350 mil dólares”, detalló Gonzalo, uno de los encargados del stand.

“Acá están los empresarios argentinos. Que no pertenecen a un movimiento político, sino al movimiento industrial argentino. Los insto a seguir adelante.” La Presidenta se paró en la mayoría de los puestos. Dulces, galletitas, alimentos balanceados, cocinas, heladeras, autos, supermercados, bijouterie, motos, zapatos, se sucedían en el itinerario de la feria.

El desfile desembocó en una de las vueltas en el stand de vinos de Carlos Spadone. Rápido, el hombre que supo acompañar al menemismo descorchó una champaña y le ofreció a la Presidenta y al embajador angoleño en la Argentina, Herminio Escórcio. “Brindemos por Angola y por la Argentina”, propuso la Presidenta. Antes de que siguieran camino, Spadone levantó la copa “por Néstor Kirchner”. La procesión ya había avanzado.

“Vendimos todo, jefa”, la sorprendió, verborrágico, Rubén López, de La Dolce, la fábrica de Vauquita. “No damos abasto, Moreno nos da onda”, recitaba y repartía bolsas de su golosina.

En dos corrales, la vaca que tuvo el ternero en altamar, la cabra “Victoria” que clonó la Presidenta y la vaca “Sandra” –campeona que produce entre 60 y 80 litros de leche por día– anticipaban el final de la feria. “Lo importante es la diversidad. Está esta máquina que parece de la Guerra de las Galaxias –por la cosechadora– junto a los granos, alimentos, textiles, marroquinería, electrodomésticos, La Salada –sí, también está, me van a matar allá, pero es parte de la Argentina– y acá estamos todos”, empezó la Presidenta en lo que fue su último discurso en Luanda. “Lo que más me gusta es que vi un empresariado joven. Padres con sus hijos o hijos que recién empiezan. Va a venir una segunda tanda con medicamentos”, dijo la Presidenta y bromeaba con Moreno: “Carne para todos y leche para todos”. “Quiero felicitarlos porque armaron todo en tiempo record. A los agoreros, lamento decirles que nos está yendo muy bien”, agregó. El secretario de Comercio le aportaba nombres de empresas y productos, primero desde abajo del escenario, luego al oído. “La frutilla del postre la dejo para el final”, le dijo la Presidenta anticipándole el elogio por la movida. La charla se desvió y Moreno se quedó sin la mención. La comitiva partió y CFK embarcó después de haber estado durante casi dos horas charlando con cada pequeño y mediano empresario.

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Cristina Kirchner recorrió los stands que exhibieron los productos argentinos que se ofrecieron en Angola.
Imagen: Télam
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