EL PAíS

Reflejos de este Sur

 Por Mario Wainfeld

La Santa Sede fue el primer Estado que reconoció al gobierno irregular de Paraguay. Vaya a saberse si habrá primado la tirria internista con el presidente Fernando Lugo o sus reflejos derechosos.

Acá, en América del Sur, la reacción fue distinta y mejor.

El Mercosur combinó decisión, velocidad y tino. Suspendió a Paraguay de su membresía, pero evitó sanciones económicas, que hubieran dañado a la sociedad del país hermano. Y capitalizó la oportunidad para aceptar como miembro pleno a Venezuela, cuya incorporación estaba en gateras pendiente de la aprobación del Senado paraguayo. El país bolivariano es la tercera economía de América del Sur y una potencia energética. La jugada también procura, con las limitaciones que impone la realidad, “contener” al presidente Hugo Chávez, en la doble acepción del término: incluir y sofrenar.

La destitución de Lugo pone en vilo la gobernabilidad de la región, la respuesta del Mercosur fue, entonces, la adecuada. Nada hay que festejar, en sustancia. Ojalá llegue pronto la reinserción de Paraguay, aunque la presencia de Venezuela será un obstáculo adicional. De cualquier modo, queda pendiente que los hermanos mayores del Mercosur, Argentina y Brasil, sumen a su destreza política acciones positivas para los socios más pequeños: Paraguay y Uruguay.

Como es norma desde que gobernaban los presidentes Néstor Kirchner y Lula da Silva hubo plena sintonía entre sus sucesoras Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff. La referencia es forzosa para quienes creen que la defensa de la democracia y, por ende, la estabilidad regional es una suerte de capricho del populismo argentino.

En ese carril, vale subrayar la conducta simétrica de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). El organismo, de todavía reciente formación, tiene una característica, que es su fuerza y su debilidad. Carente de una estructura orgánica, integrado por presidentes, sus decisiones deben ser unánimes o, cuanto menos, tomadas por consenso. Cualquier divergencia la paraliza. El repudio al golpe y la exclusión transitoria de Paraguay se resolvieron con el concurso de todos los gobiernos concernidos, que incluye algunos de derecha como Colombia y Chile.

La mención viene a cuento: un centroderecha con responsabilidades de gobierno no trivializa ni subestima la ruptura del orden institucional, aun cuando lo padezca alguien tan poco afín a ellos como Lugo. Dejan esa frivolidad o esos coqueteos con el golpismo a dirigentes políticos de menos porte, medios de derecha o periodistas mal informados o peor intencionados.

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