EL PAíS

Hacer para que nada cambie

 Por Edgardo Esteban *

El Reino Unido, al mejor estilo gatopardista, realizó un referéndum para unos 1650 ciudadanos británicos, que el Reino Unido implantó en nuestras Islas Malvinas hace 180 años, para preguntarles a esos mismos ciudadanos británicos si quieren seguir siendo británicos. ¿Qué van a decir?

Una vez más, buscando tergiversar su larga historia de quimeras y de manipulaciones, el Reino Unido incita a estos ciudadanos que decidan un destino que no es real, ser ciudadanos ingleses en un territorio argentino, y sabemos de antemano que es parte de la propaganda británica para esconder la verdad. Y, de esta manera, evitar asumir una verdadera acción democrática como sentarse de una buena vez a dialogar los términos de soberanía con Argentina.

Los pobladores de Malvinas fueron traídos a nuestro territorio tras la usurpación de 1833 por el colonialismo inglés y ahora pretenden que sus propios descendientes decidan si quieren continuar siendo ingleses en un irreal territorio británico de ultramar, negando la verdadera condición jurídica en que se encuentran habitando nuestras islas. Saben que Malvinas y los espacios marítimos circundantes son objeto de una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido, reconocida por la comunidad internacional en su conjunto, por lo que este referéndum carece de todo derecho a alterar la actual situación jurídica de nuestros territorios, y menos con la insustentable excusa de llamar a esta consulta.

Esta monoencuesta dio un resultado anticipado, que no aporta nada a la verdadera causa, pero desnuda la política implementada por el Foreing Office de mantenerse en la ilegalidad, no cumpliendo con las resoluciones de Naciones Unidas (ONU) que instan a la Argentina y a Gran Bretaña a sentase a dialogar sobre la disputa de soberanía. Los británicos siguen distorsionando y cambiando la discusión de fondo, que el derecho internacional refleja en reiterados pronunciamientos de la gran mayoría de las naciones del mundo. El Reino Unido no ha tenido en cuenta que, en lugar de hacer este referéndum, debería acatar las cuarenta resoluciones de las Naciones Unidas sobre la cuestión de las Islas Malvinas, que es considerada como un caso especial y particular de descolonización en el que se reconoce la existencia de una disputa de soberanía con Argentina y que debe ser resuelta por negociaciones entre las dos naciones.

La corona británica puede realizar todos los referéndum que quiera en nuestras islas, pero la cuestión Malvinas sólo se resolverá por la vía del derecho internacional, pacíficamente y mediante la reanudación de negociaciones entre ambos países.

El Reino Unido intenta con sus relatos contrarrestar la importancia que tienen hoy las Islas Malvinas por sus recursos y ubicación estratégica, a la vez que evita enmarcarlas como uno de los trece casos de colonialismo en el siglo XXI, figura por la cual nuestro país recibe un constante apoyo que se extiende más allá del bloque regional latinoamericano.

Con este referéndum, los habitantes de las islas pretenden esconder su condición ciudadana sesgada de derechos políticos al punto de resignarse a vivir como en un virreinato. Por ejemplo, el gobernador es designado por el Foreing Office y no por el voto popular. Los medios de comunicación son manejados desde la base militar por cuanto los habitantes de las islas no tienen ningún tipo de opinión ni voz en las decisiones políticas de fondo de las islas. El Reino Unido no ha tenido en cuenta que la Resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas les indica a la Argentina y al Reino Unido que, al resolver la controversia de soberanía, se tengan en cuenta los intereses de esa población ni que la Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó en dos oportunidades, en 1985, propuestas británicas para incorporar el principio de libre determinación en el proyecto de resolución sobre la cuestión de las Islas Malvinas. Con este referéndum, tampoco contemplan que organizaciones como la Celac, Unasur, Mercosur y múltiples foros internacionales han llamado al Reino Unido y a la Argentina a reanudar esas negociaciones para resolver precisamente el diferendo.

El Reino Unido pretende, con este referéndum, esconder la discusión sobre la militarización de nuestras islas Malvinas. En la base de Mount Pleasant hay más de 1500 efectivos de las fuerzas armadas británicas, una estructura militar de la OTAN y hasta armamento nuclear. Cuando uno viaja a las islas aterriza en esa base militar, rodeada por una monstruosa infraestructura con armamento y radares de última generación tecnológica, con la cual los británicos, con sus aliados de siempre, pretenden controlar nuestra costa austral, el Atlántico Sur, la Antártida y por qué no la región. Esta votación ha sido objeto de un contundente rechazo de todos los países de la región que integran la Unasur y del Mercosur y no alterará en esencia la cuestión Malvinas ni pondrá fin a la disputa de soberanía. Pero el Reino Unido sí permite sin ningún tipo de control la depredación ictícola y la búsqueda indiscriminada de petróleo, sin medir las consecuencias ecológicas. Mirando hacia el futuro prestan particular atención a la Antártida y los recursos naturales en un territorio de tres millones de kilómetros cuadrados. Esta votación no influye en lo más mínimo en el camino de la paz y el diálogo que propone el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El pueblo argentino es indiferente a este referéndum orientado a esconder la verdadera realidad jurídica y política del territorio que habitan, con un estatus de pueblo que sólo tienen los pueblos nativos. Por historia, proximidad y por derecho las islas son argentinas. La Constitución de nuestro país respeta a los habitantes de las islas y respeta el modo de vida de esta población que está en las Malvinas. Nosotros sigamos transitando nuestra lucha por la única alternativa posible, que es la de la paz. Por la vida.

* Periodista y ex combatiente.

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