EL PAíS › EL CASO DE LAS VILLAS DE RIO DE JANEIRO

Visto como la panacea

 Por Gustavo Veiga

José Mariano Benincá Beltrame es el secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro. Hace ocho años que ocupa un cargo en el que, durante cuatro décadas, ningún funcionario que lo antecedió duró lo que él. Invitado al seminario de la Fundación Concordia junto a Roberto Cesario de Sá, su subsecretario de Planeamiento e Integración Operacional, el policía brasileño encontró buena recepción a sus ideas y propuestas en el auditorio de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Concordia informó que los invitados centraron sus respectivas exposiciones en el “Plan de Pacificación de Río de Janeiro, que logró restituir la ciudadanía a dos millones de personas repartidas en 253 favelas pacificadas en siete años de gestión”. Un modelo que Joaquín de la Torre y los cuadros de su fundación ven como la panacea. Toman en cuenta las estadísticas que dio Benincá Beltrame: antes del plan de las Unidades de Policía Pacificadoras (UPP), lanzado en 2009, Río tenía una tasa de 49,9 homicidios cada 100 mil habitantes. En 2014, la Secretaría de Seguridad Pública aspira a que baje hasta 24,5.

El funcionario, aun con los resultados que puede mostrar su gestión, tiene un pasado oscuro. Según Jair Krischke, antiguo militante del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil, participó durante la dictadura militar como “informante infiltrado en el movimiento estudiantil de los secundarios de Porto Alegre”. Su historia es relatada en el libro Los infiltrados, de los investigadores Carlos Wagner, Carlos Etchichury y Humberto Trezzi, publicado en 2011 por Editora AGE. Quien lo acusa es un compañero de la Policía Federal, Telmo Fontoura. Benincá Beltrame niega la imputación de haber actuado como infiltrado a partir de 1981, cuando ingresó a la fuerza. Pero reconoce que controló movilizaciones en Porto Alegre (http://zerohora.clicrbs.com.br/rs/pagina/josemarianobeltrame.html).

Krischke actualiza sus datos cuando sostiene que, en hechos recientes de Rio de Janeiro, “usó policías infiltrados ‘plantando’ pruebas truchas para incriminar estudiantes, además de utilizar autos sin identificación que creaban terror entre los manifestantes”.

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